A diferencia del animal, cuyas facultades mentales son limitadas, el hombre al borde de la muerte recuerda, como en un sueño, todo lo que ha hecho durante su vida. Todos estos recuerdos despiertan en él innumerables deseos materiales, que le impiden recuperar su forma espiritual original y así regresar a su primera morada, ubicada en el mundo espiritual.
El ser santo, por la práctica del servicio de amor y devoción que ofrece permanentemente al Señor Krishna, desarrolla a lo largo de su vida su amor por Dios, manifestando continuamente sus sentimientos llenos de afecto, de tal manera que aunque en el momento de muerte se olvida de sus actividades espirituales, el Señor se acuerda de ellas.
Por eso se dice que el progreso del ser santo nunca es en vano, aunque renaciera en el universo material. Se adquiere el nivel espiritual alcanzado. El Señor nunca olvida el servicio que le ofreció su devoto.
Para pensar constantemente en Él, el Señor Krishna nos dio el canto de sus Santos Nombres «Haré Krishna», el cual nos es de gran ayuda, porque este canto sublime nos permite purificar nuestro ser, borrar todos nuestros pecados, pero también para controlar nuestra mente, y así tener las ideas claras en el momento de la muerte.
Este canto en sánscrito significa: Oh Señor, Oh energía del Señor, Oh Fuente de toda felicidad, por favor hazme tu amado sirviente, permíteme servirte. Krishna y Rama son los Nombres de Dios, y Haré no es otro que su energía interna, su energía de bienaventuranza.
El Señor Krishna dice: «Siempre llena tu mente conmigo, conviértete en mi devoto, ofréceme tu homenaje y adórame. Perfectamente absorto en mí, vendrás a mí.
Quien en la muerte, en el momento mismo de dejar el cuerpo, se acuerde de mí solo, inmediatamente llega a mi casa, no lo dudes».
Austeridad, pureza, compasión y veracidad son las nobles cualidades que debemos adoptar.
Es hora de que todos los seres humanos, sin excepción, adopten los principios de la espiritualidad: austeridad, pureza, compasión y veracidad.
Es deber de todo jefe de estado y de gobierno garantizar que estos principios de espiritualidad se establezcan en todo su territorio.
Todos los reyes y jefes de estado virtuosos reinan bajo la autoridad de Dios. Actúan de acuerdo con el consejo iluminado de los sabios y eruditos maestros espirituales, que son competentes en asuntos relacionados con la elevación espiritual de los seres humanos, mientras que ellos, los gobernantes, se especializan en el arte de instituir la paz y la prosperidad material dentro de la sociedad. Estos dos grupos son los pilares de la felicidad universal, por lo que deben actuar juntos en perfecta unión por el bien común de todos los seres vivos, los seres humanos sin excepción, los animales terrestres y acuáticos, y todas las plantas en su diversidad, que es su deber proteger.