en el camino de la realización espiritual, consciente de que ésta es su misión como ser humano. De hecho, el alma espiritual está más allá de todo sufrimiento material, por lo que todos los males a los que nos enfrentamos son tales sólo de nombre y, por tanto, sin fundamento. En un sueño, por ejemplo, un hombre puede verse devorado por un tigre y gritar de miedo, pero en la realidad no hay ningún tigre, así que no hay razón para tener miedo; todo es una fantasía. Del mismo modo, los males de la vida son como los sueños. Sin embargo, si tenemos la suerte de poner fin a nuestras «alucinaciones» entrando en contacto con el Señor a través del servicio devocional, esta unión sólo nos aportará ganancias tangibles; cualquier acción realizada en el marco de las nueve prácticas devocionales.
Este servicio al Señor consiste en nueve prácticas diferentes: 1) escuchar al Señor, 2) glorificarlo, 3) mantenerlo presente en la memoria, 4) servir a sus pies como un loteus, 5) adorarle, 6) ofrecerle oraciones, 7) obedecer sus órdenes, 8) hacerse amigo de Él y 9) entregarse completamente a Él; esto es un paso adelante en el camino de la liberación del mundo material, de volver a Dios.
Esta es la forma respetuosa de ver al Señor Krishna.
Cuando uno está ante el Señor Supremo, Krishna, debe mirar primero sus pies, que son los mismos que los lothus, y luego elevar gradualmente la mirada desde sus piernas hasta su cintura, su pecho y finalmente su rostro. No se debe pretender contemplar el rostro del Señor sin conocer antes la visión de sus pies.
Así es como modificar y controlar la acción de la mente.
La sílaba Om formada por las tres letras absolutas [A-U-M], es la forma sonora del Señor Krishna, la clave y la semilla primaria de la realización espiritual.
El Señor dice: «Yo soy la sílaba om, la alianza suprema de las letras».
Esto significa que la sílaba Om es idéntica a Krishna.
La sílaba Om nos permite controlar nuestra mente. Para ello, debemos sentarnos cómodamente, centrar nuestros pensamientos en las tres letras absolutas [A-U-M] y, regulando nuestra respiración, controlar nuestra mente para no olvidar esta clave espiritual. La sílaba formada por las tres letras absolutas, A, U y M, constituye la clave, la semilla primaria de la realización espiritual. Recitarlo mentalmente, mientras se regula la respiración, una «técnica» espiritual, concebida y practicada por grandes espiritualistas, mediante la cual se alcanza un estado de meditación profunda, permite dominar una mente dominada por la materia. De este modo, se pueden modificar los hábitos de la mente, pues no se trata en absoluto de «matarla». En efecto, la actividad mental y el deseo no pueden ser frenados, pero es posible cultivar el deseo de actuar con vistas a la realización espiritual, y para ello es necesario transformar la naturaleza misma de lo que es objeto del pensamiento. Dado que la