No hay ningún deber en los tres mundos que deba cumplir; no necesito nada, ni deseo nada. Y, sin embargo, Me presto a la acción.

Pues, si no actuara, todos los hombres seguirían el camino que yo hubiera trazado. Si Me abstuviera de actuar, todos los universos se hundirían en la desolación; por Mi causa, el hombre engendraría una descendencia indeseable. Así perturbaría la paz de todos los seres.

Al cumplir con su deber, el hombre ignorante se aferra a los frutos de su trabajo. El hombre iluminado también actúa, pero sin apego, con el único propósito de guiar a la gente por el camino correcto. Que el sabio no moleste al ignorante que está apegado a los frutos de sus acciones. No se les debe animar a la inacción, sino más bien a impregnar cada uno de sus actos con amor y devoción.

Bajo la influencia de las tres gunas (los tres atributos de la naturaleza material: virtud, pasión e ignorancia), el alma extraviada por el falso ego (la identificación con el cuerpo y el deseo de dominar la materia y la naturaleza material) cree que es la autora de sus actos, cuando en realidad los realiza la naturaleza.

Aquel que conoce la naturaleza de la Verdad Absoluta (Dios o Krishna), no se preocupa por los sentidos y su placer, pues conoce la diferencia entre el acto interesado y el acto de amor y devoción.

Confundido por las tres gunas, el ignorante se absorbe en las actividades materiales, a las que se apega. Pero aunque, debido a la pobreza de conocimientos de su autor, estas acciones son de orden inferior, el sabio no debe perturbar a quien las realiza.

Por lo tanto, dedicándome todas tus acciones, absorbiendo tus pensamientos en Mí, libre de toda indolencia, egoísmo y automotivación, lucha (cumple Mi voluntad).

Quien cumple con su deber según Mis instrucciones y sigue esta enseñanza con fe, sin envidia, se libera de las cadenas del karma. Pero quienes, por envidia, descuidan aplicar siempre Mis enseñanzas, están, sabedlo, engañados, privados de conocimiento, condenados a la ignorancia y a la servidumbre. Incluso el sabio actúa según su propia naturaleza, pues así es con todos los seres. ¿Qué sentido tiene reprimir esta naturaleza?

Aunque sientan atracción y repulsión por los objetos de los sentidos, los seres encarnados no deben dejarse dominar por los sentidos o sus objetos, pues éstos son un obstáculo para la realización espiritual.

Es mejor cumplir el propio deber, aunque sea imperfectamente, que asumir el deber de otro, aunque sea para cumplirlo perfectamente. Es mejor fracasar o morir en el cumplimiento del propio deber que cumplir el de otro, lo cual es algo muy peligroso.