Palabras De Krishna, Cristo, Dios, la Persona Suprema
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Cuando tu mente haya atravesado el espeso bosque de la ilusión, todo lo que hayas oído, todo lo que aún puedas oír, te será indiferente.

Cuando tu mente ya no esté distraída por el lenguaje florido de los Vedas, cuando esté totalmente absorta en la realización espiritual, entonces estarás en unión con el Ser Divino.

Cuando un hombre se libera de los miles de deseos materiales creados por su mente, cuando está satisfecho en su verdadero ser, es plenamente consciente de su identidad espiritual.

Aquel que ya no se ve afectado por las tres formas de sufrimiento aquí en la tierra (las que surgen del cuerpo y la mente, las causadas por otras entidades vivientes y las que se originan en la naturaleza material, bajo el impulso de los seres de los planetas superiores, que gobiernan las diversas funciones de la naturaleza material), que ya no se embriaga por las alegrías de la vida y que está libre de apego, miedo e ira, es considerado un hombre sabio con una mente firme.

Aquel que, libre de todas las ataduras, no se regocija en la felicidad más de lo que se aflige en la infelicidad, está firmemente establecido en el conocimiento absoluto.

Aquel que, como una tortuga que retrae sus miembros profundamente en su caparazón, puede separar los sentidos de sus objetos, ese posee el verdadero conocimiento.

Incluso alejada de los placeres materiales, el alma encarnada puede seguir sintiendo cierto deseo por ellos. Pero que pruebe un gozo superior, y perderá ese deseo, para permanecer en la conciencia espiritual.

Fuertes e impetuosos son los sentidos. Deleitan incluso la mente del hombre de sabiduría, que quiere dominarlos.

Quien refrena sus sentidos y se absorbe en Mí, demuestra una inteligencia segura.

Contemplando los objetos de los sentidos, el hombre se apega; de ahí surge la codicia, y de la codicia, la ira.

La ira llama a la ilusión, y la ilusión conduce al extravío de la memoria. Cuando la memoria se extravía, se pierde la inteligencia, y el hombre cae de nuevo en el océano de la existencia material.

Aquel que controla sus sentidos observando los principios reguladores de la libertad, recibe Su misericordia plena del Señor, y se libera así de todo apego así como de toda aversión.

Las tres formas de sufrimiento material ya no existen para aquel a quien el Señor ha tocado así con Su misericordia sin paliativos. Su inteligencia se serena y pronto se fortalece.

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