Palabras De Krishna, Cristo, Dios, la Persona Suprema
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Una persona que no es consciente de su identidad espiritual no puede controlar su mente ni fortalecer su inteligencia; ¿cómo, entonces, puede experimentar la serenidad?

¿Y cómo, sin ella, puede disfrutar de la felicidad?

Al igual que un fuerte viento arrastra una cesta por el agua, basta con que uno de los sentidos se lleve la mente para que la inteligencia sea arrastrada.

Por lo tanto, quien aparta sus sentidos de sus objetos posee una inteligencia segura.

Lo que es noche para todos los seres se convierte, para el hombre que ha dominado los sentidos, en el tiempo del despertar; lo que para todos es el tiempo del despertar, es noche para el sabio recogido.

Aquel que permanece firme a pesar del flujo incesante de deseos, como el océano permanece inmóvil a pesar de los mil ríos que fluyen en él, sólo él puede encontrar la serenidad; pero no aquel que busca satisfacer estos deseos.

Sólo quien ya no se siente atraído por los placeres materiales, quien ya no es esclavo de sus deseos, quien ha rechazado todo espíritu de posesión y se ha liberado del falso ego, puede conocer la serenidad perfecta.

Tales son los modos de la espiritualidad. Quien se instala allí, incluso en el momento de la muerte, sale de su confusión, y el Reino de Dios se abre para él.

Acción en la conciencia de Krishna

El Señor Supremo dice:

Tú que eres intachable, como ya he explicado, dos clases de hombres realizan la Verdad Absoluta. Algunos se acercan a ella mediante el empirismo o la especulación filosófica, otros actuando con espíritu de devoción.

No es simplemente absteniéndose de la acción como uno puede liberarse de las cadenas del karma (ley de acción-reacción o ley de causa y efecto). La renuncia por sí sola no basta para alcanzar la perfección. Inevitablemente, el hombre se ve obligado a actuar por la influencia de las tres gunas (los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material: virtud, pasión e ignorancia), y no puede permanecer inactivo, ni siquiera por un momento.

El que refrena sus sentidos y órganos de acción, pero cuya mente sigue apegada a los objetos de los sentidos, se engaña y no es más que un farsante.

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