Aquel que disciplina sus sentidos controlando su mente, y que, sin apego, compromete sus órganos de acción en actos de devoción, es muy superior a él. Cumple con tu deber, pues la acción es mejor que la inacción. Sin acción, el hombre es incapaz de atender a sus necesidades más simples. Pero la acción debe ofrecerse como sacrificio a Visnu (la emanación plenaria de Krishna), para que no ate al realizador al mundo material. Por lo tanto, cumple con tu deber para complacerle a Él, y para siempre te liberarás de las cadenas de la materia.
Al principio de la creación, el Señor de todos los seres pobló el universo con hombres y seres celestiales. Recomendando los sacrificios a Visnu, los bendijo diciendo: «Que estos sacrificios os traigan la felicidad y os colmen de todos los beneficios deseables».
Satisfechos por los sacrificios de los hombres, los seres celestiales satisfarán a su vez a los hombres, y de este intercambio mutuo surgirá la prosperidad para todos. Satisfechos por estos sacrificios, los seres celestiales no dejan de proveer a todas las necesidades del hombre. Pero quien disfruta de sus dones sin ofrecerles nada a cambio es un ladrón.
Los devotos del Señor están libres de todas las faltas, porque sólo comen alimentos ofrecidos como sacrificio (productos lácteos, cereales, legumbres, y especialmente nada de carne, pescado y huevos). Pero los que preparan la comida para su propio placer sólo se alimentan de pecado. El cuerpo de todo ser se sustenta con el alimento cuyas lluvias le permiten crecer. Y las lluvias fluyen del sacrificio, el sacrificio que el hombre realiza cumpliendo los deberes prescritos para él.
Los deberes prescritos se dan en los Vedas (las sagradas escrituras originales), y los Vedas proceden directamente de la Persona Suprema. Por lo tanto, el Absoluto que todo lo penetra (Dios, Krishna) se encuentra eternamente en los actos de sacrificio.
Aquel que no realiza el sacrificio según lo prescrito en los Vedas, vive en pecado. En vano existe quien se deleita en los placeres de los sentidos.
Sin embargo, no existe ningún deber para el ser iluminado en el verdadero yo, que perfectamente realizado, se regocija y se satisface sólo en sí mismo.
Quien ha realizado su identidad espiritual no persigue ningún interés propio en el cumplimiento de sus deberes, ni trata de eludir sus obligaciones. Así pues, el hombre debe actuar por sentido del deber, desapegado del fruto de sus acciones, pues mediante el acto libre de apego se alcanza el Absoluto.
Incluso reyes como Janaka, y otros, alcanzaron la perfección mediante el cumplimiento del deber. Por lo tanto, cumple con tu deber, aunque sólo sea para la edificación de la gente.
Haga lo que haga un gran hombre, la masa de la gente siempre sigue sus pasos; el mundo entero sigue la norma que él establece con su ejemplo.