En verdad, el propósito de la vida humana es satisfacer al Señor Krishna o Visnu.
Las personas deben seguir estrictamente los principios de las divisiones sociales y de acuerdo con su ocupación (ya sea un sabio erudito, un administrador, un comerciante o un trabajador) y la orden espiritual a la que pertenecen (estudiante, jefe de familia, meditador en un lugar de peregrinación o ermitaño).
Las personas desconocen que su verdadero interés reside en regresar a Dios en su morada original o en entrar en contacto con el Señor Krishna o Visnu.
Se espera que todo ser humano se dedique a ocupaciones que lo acerquen a Krishna o Visnu. Por lo tanto, Yamaraja pide a los Yamadutas que le traigan a quienes han olvidado sus deberes para con el Señor. En otras palabras, quienes no cantan el santo nombre de Visnu (Krishna), no se postran ante la imagen de Krishna en los templos y no recuerdan sus pies de loto, están expuestos a ser castigados por Yamaraja. En resumen, todos aquellos que no se preocupan por Krishna o Visnu están expuestos a ser castigados por Yamaraja.
Entonces, Yamaraja, considerándose un ofensor como sus sirvientes, imploró el perdón del Señor con estas palabras: Oh, Señor, mis sirvientes han cometido una grave ofensa al intentar capturar a un vaisnava como Ajamila. ¡Oh, Narayana! ¡Oh, Ser Supremo!, Tú, el más antiguo de todos, por favor, perdónanos. Debido a nuestra ignorancia, no reconocimos a Ajamila como sirviente de Tu Gracia, y ciertamente hemos cometido una grave ofensa. Con las manos juntas, imploramos Tu perdón. Señor, ya que eres sumamente misericordioso y siempre lleno de buenas cualidades, por favor, perdónanos. Te ofrecemos nuestras más respetuosas reverencias.
Yamaraja asumió la responsabilidad por la ofensa cometida por sus sirvientes. Aunque él estaba por encima de toda ofensa, sus sirvientes habían ido a arrestar a Ajamila, por así decirlo, con su permiso, lo cual constituyó una grave ofensa. Ahora bien, el Nyaya-sastra (textos sagrados sánscritos) confirma que si un sirviente comete un error, su amo es pasible de castigo, pues es responsable de la ofensa. Considerando esto seriamente, Yamaraja, acompañado de sus sirvientes, oró con las manos juntas para que Narayana, el Señor Supremo, los perdonara.
¿Cómo podemos escapar del olvido?
Hemos olvidado todo sobre Dios, el vínculo que nos une a Él, nuestra verdadera identidad espiritual, nuestro hogar original en el mundo espiritual, y ¿cómo podemos escapar de este mundo ilusorio donde debemos atravesar el ciclo de repetidas reencarnaciones y, en cada vida, experimentar estos cuatro sufrimientos: nacimiento, enfermedad, vejez y muerte?
Hemos olvidado a Dios, así como el servicio amoroso y devoto que debemos ofrecerle. Por eso estamos perdidos en este mundo de muertos y sucesivas reencarnaciones, donde el sufrimiento es permanente.


