La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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Palabras de sabiduría.

La fe y la conciencia de Dios son los fundamentos del conocimiento que conducen a la sabiduría, pues cuando están ahí, les sigue la comprensión.

Conocer a Dios como realmente es, saber que todo emana de Él, que Él es la fuente original de todas las emanaciones plenarias de Su Persona, también llamadas Avatares, y que toda la existencia mora en Él, son datos fundamentales, que permiten comprender que quien los penetra, conoce al mismo tiempo la verdad existencial y absoluta.

Quien haga daño a la humanidad, a los animales terrestres y acuáticos, y a las plantas en toda su diversidad, seguramente será castigado severamente por la justicia divina. El infierno será su suerte.

La verdad es que los pensamientos, las palabras y las acciones negativas causan efectos, y por tanto consecuencias en forma de sufrimientos diversos, con los que los autores tendrán que lidiar ya al final de su vida presente, pero sin duda en la próxima. Miremos a nuestro alrededor, las pruebas están ahí.

Nadie puede alcanzar la verdad absoluta si no sabe quién es Dios.

Conocer a Dios es saber cómo es Él realmente, en Su forma personal, primordial, original, infinita y absoluta. Es saber que Su Cuerpo Divino, totalmente espiritual, es todo conocimiento, bienaventuranza y eternidad. Es saber que Él es omnipotente, omnipresente, omnisciente e inmutable, pues no cambia y permanece eternamente joven. Es saber que Dios es la Única Persona Divina sin segundo, y aunque se multiplica en innumerables manifestaciones plenarias de Su Persona Divina, también llamadas Avatares, permanece completo en Sí mismo e indivisible. Esto es conocer Sus cualidades inconcebibles, Sus glorias sublimes y Sus excelencias perfectas. Sólo hay un Dios, y el primero de Sus innumerables Nombres es Krishna, porque el Señor le ha investido de poder.

Esto es saber que Krishna es Dios, la Persona Suprema, que Él es la causa original de todas las causas, y que de Él emanan los innumerables Avatares, así como todas las almas espirituales. Cada uno de nosotros es en realidad un alma espiritual eterna, una parte diminuta e integral de Su ser divino, y un vínculo de amor nos une a Él.

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