El Señor Chaitanya, el Avatar Dorado dice: La naturaleza original del ser vivo es ser el eterno servidor de Krishna, pues es la energía marginal y una emanación del Señor, a la vez idéntica y distinta de Él.
Sumergido en el olvido de Krishna, el ser ha sido seducido por su energía externa o material desde tiempos inmemoriales. Por eso, mâyâ, la energía de la ilusión, un aspecto de la energía externa, le hace padecer toda clase de sufrimientos en este mundo material.
El ser espiritual encarnado, mientras evoluciona dentro de la naturaleza material, a veces alcanza los planetas superiores, donde disfruta de una vida próspera, a veces se ve sumido en condiciones infernales de existencia.
Si el alma encarnada condicionada por la materia toma conciencia de Krishna, por la misericordia de los seres santos, servidores de Dios, que se encargan de enseñar los mandatos de las escrituras, el conocimiento de Krishna tal como es, y de difundir el conocimiento divino para ayudarle, podrá escapar de las garras de mâyâ, que entonces liberará su agarre.
Hemos sido creados para servir a Krishna, Dios, la Persona Suprema; ésta es la razón principal de nuestra existencia.
Los seres celestiales, incluidos los padres de la humanidad, y aquellos a los que el Señor ha confiado la gestión de los distintos sectores de la galaxia, fueron creados para servir a Krishna, Dios, la Persona Suprema, y para cumplir sus órdenes.
Todos somos sirvientes eternos de Krishna, creados para su placer.
Los seres santos, devotos de Krishna, piensan de forma diferente a la masa humana. Es engañoso juzgar a un devoto por su comportamiento. Parece que actúa como toda la gente, pero no importa lo que haga, porque lo hace sólo por el placer de Krishna.
El Señor Supremo, Krishna, la Persona Divina Soberana, es por naturaleza desbordante de alegría, y se multiplica para aumentar su felicidad espiritual y absoluta. Y nosotros, los seres separados, ya existimos como partes diminutas del Señor Supremo para la satisfacción de sus sentidos divinos.
El ser vivo, el alma encarnada en un cuerpo humano, animal o vegetal, pertenece a la energía interna del Señor y, por lo tanto, también es idéntica a Él, pero nunca iguala ni supera a Dios, a Krishna. Tanto Dios como los demás seres poseen su propia individualidad. Los seres espirituales distintos de Dios pueden también, con la ayuda de la energía material, ejercer un cierto poder creador, pero ninguna de sus creaciones iguala y supera a las del Señor.
Son sólo las mentes irracionales y dementes las que pretenden ser Uno con Dios, y por ello se dejan llevar por la energía ilusoria que los sumerge en la oscuridad de la ignorancia. En su extravío no tienen otro recurso que reconocer la supremacía del Señor Krishna, y comprometerse voluntariamente en Su servicio de amor y devoción, pues es para eso que han sido creados. Si no vuelven a este deber original y natural, el mundo no puede conocer ni la paz ni la tranquilidad.