La verdad es que la energía para el funcionamiento del cuerpo viene del corazón simplemente porque el alma espiritual distinta de Dios está presente allí junto con el Señor Supremo en la forma del Alma Suprema, y ambos están presentes allí. Es porque el corazón bombea la sangre y la distribuye por todo el cuerpo que el cuerpo está animado. La función del corazón es bombear la sangre y transmitirla a todo el cuerpo.
Los glóbulos rojos, que transportan el oxígeno almacenado en los pulmones, obtienen su energía del alma. Por eso la sangre deja de circular y de realizar sus funciones en cuanto el alma abandona el cuerpo. El alma proporciona al cuerpo su energía vital, y el corazón es la sede de todas las energías corporales.
La conciencia, que es la energía del alma, se difunde por el cuerpo gracias a la sangre que circula por él. Debido a que la conciencia se propaga a través de la envoltura carnosa por la sangre, se siente todo el dolor y la disfunción en el cuerpo. Además, cuando la conciencia abandona el corazón, éste deja de latir y se dice que la persona está muerta.
Observa cómo el Señor organiza perfectamente los diferentes elementos del cuerpo y los mantiene en perfecto funcionamiento.
Verdaderamente, Krishna, Dios, la Persona Suprema nos gobierna a todos individual y colectivamente.
El Señor dice a este efecto: El Señor Supremo está en el corazón de todos los seres y dirige las andanzas de todos ellos, que están cada uno como en una máquina (el cuerpo material) que consiste en energía material.
Krishna, Dios, la Persona Suprema, reside en los corazones de todos los seres, los seres celestiales, los seres humanos, los animales y las plantas en Su forma de Alma Suprema, y los dirige.
Los seres condicionados por la materia y la energía ilusoria son dirigidos en todas sus acciones por el Alma Suprema. No tienen una independencia total; nadie debe creerse independiente de Dios, la Persona Suprema, pues todos los seres permanecen constantemente bajo el control del Señor. Bajo la guía del Alma Suprema, obtienen lo que merecen, y bajo Su guía, son llevados por «la máquina», el cuerpo material, hecho de energía material.
Al cambiar de cuerpo, el ser individual distinto de Dios olvida sus actos anteriores, pero el Alma Suprema, que conoce el pasado, el presente y el futuro de todos los seres, es testigo de sus actos.
Por eso debemos rendirnos a Él.