El Señor cumple los deseos de todos los seres según sus respectivos deseos.
Aunque uno esté bajo la influencia de la pasión y no de la virtud, para crear cualquier cosa en este mundo material, debemos buscar refugio en Dios, para que Él nos conceda la energía necesaria para esa acción deseada.
Este es el camino para alcanzar el éxito definitivo en cualquier empresa.
Aquellos cuyo único deseo es amar a Dios y servirle con amor y devoción, ven este servicio libre de impurezas como la única forma de alcanzar el favor del Señor. El servicio de amor y devoción ofrecido a Dios confiere a los seres santos que le sirven el más alto de los beneficios, el contacto directo con el Señor Supremo.
Este servicio de amor y devoción obliga en gran medida al Señor, que queda como en deuda con los seres santos, y sólo puede intentar saldar esta deuda mediante el eterno encanto de su sonrisa. Los seres santos, a su vez, experimentan una felicidad interminable al contemplar el rostro sonriente del Señor, pues sólo ellos pueden verlo. A partir de entonces, se animan con una nueva vida.
Entonces, al ver a los seres santos así animados, el Señor mismo ve crecer su satisfacción. De este modo, existe una especie de competencia espiritual continua entre el Señor y sus siervos y siervas santas, mediante la reciprocidad del servicio y el testimonio de gratitud.
Es en el reino de Dios donde se encuentra la verdadera vida, la verdadera felicidad sublime e incesante y la eternidad.
El mundo espiritual es la verdadera morada de los seres espirituales que somos cada uno de nosotros. El mundo espiritual se llama Vaikuntha, que en sánscrito significa «el mundo sin ansiedad». Todo allí es autoluminoso y está lleno de conciencia y Gozo. La dimensión del mundo espiritual es inconcebible, ya que es ilimitada.
Cuando un ser virtuoso, un alma grande, entra en el reino de Dios, se siente inmediatamente como si estuviera nadando en un océano de Dicha espiritual, sumergiéndose constantemente y subiendo a la superficie de este océano sublime en un movimiento ininterrumpido. Se siente abrumado por un sentimiento puro de amor y alegría como ningún otro. Krishna, Dios, la Persona Suprema es la fuente de la misma, y mediante Su energía de la Dicha, la distribuye a todos los seres que viven en ella. Esta es la verdadera felicidad sublime, que no encontrarás en ningún otro lugar.
Verdaderamente, Krishna, Dios, la Persona Suprema, siendo la verdadera fuente de felicidad, todo el placer y la reserva de todas las bendiciones, quien permanece con Él disfruta de una felicidad instantánea, profunda, inefable, perfecta, ilimitada, incesante, permanente y eterna.
Se puede decir que los verdaderos espiritualistas, los sabios, los seres santos y los siervos de Dios, disfrutan realmente de la vida. Su placer es ilimitado y constituye la verdadera felicidad, una felicidad que no es material sino espiritual. El placer que se obtiene de la vida espiritual es todo alegría, como el propio Krishna.