Así, el reflejo brillante del sol, la luna, el fuego y la electricidad deslumbran a los llamados eruditos, doctores, empíricos y otros, que llegan a negar la existencia del Señor Supremo, mientras avanzan sus numerosas teorías y especulaciones sobre la creación, el mantenimiento y la aniquilación de la manifestación material.

El médico puede negar la existencia del alma en el cuerpo del ser separado, pero es incapaz de devolver la vida a un cadáver, aunque todos los mecanismos del cuerpo siguen existiendo después de la muerte.

Los psicólogos, por su parte, realizan amplios estudios sobre la fisiología del cerebro, como si fuera la disposición del tejido cerebral la que permitiera expresar el pensamiento, pero siguen siendo incapaces de devolver la actividad mental a un cadáver.

Así, los eruditos estudian la manifestación cósmica o la constitución del cuerpo, sin ver ninguna conexión con el Señor Supremo, pero estas son sólo diversas formas de gimnasia intelectual, que al final no son más que una pura ilusión. Todo este progreso de la ciencia y el conocimiento en el contexto actual de esta civilización materialista no es más que un reflejo de la energía ilusoria, que manifiesta su influencia velando la realidad.

El Señor es la fuente original de toda emanación, y todo lo que es creado, mantenido y aniquilado existe sólo por Su energía. El que conoce esta verdad, el hombre sensato, es verdaderamente un sabio comprometido con el servicio del amor absoluto ofrecido al Señor, se elevará al estadio de la devoción pura.

Aunque la energía del Señor ofrece diversos reflejos ilusorios a la visión de los seres con conocimiento deficiente, el reflexivo se da cuenta de que por la interacción de Sus diversas energías, el Señor puede actuar aunque esté lejos, más allá de nuestra visión, al igual que el fuego puede propagar el calor y la luz a distancia.

Krishna, Dios, el Señor Divino, a través de Sus emanaciones plenarias, impregna cada galaxia así como cada átomo, y así despliega Su energía infinita en toda la creación material.

Debido a que los impersonalistas (aquellos que afirman que Dios es un Ser Divino sin forma) pueden imaginar o incluso percibir esta omnipresencia del Ser Supremo, concluyen que Su existencia en una forma personal es imposible.

Ahí está el misterio del conocimiento trascendental de la Persona Divina Absoluta. Este secreto no es otro que el amor absoluto a Dios, y el ser imbuido de tal amor a lo Divino, puede en última instancia ver a Krishna, la Persona Suprema en cada átomo y en cada objeto animado o inanimado. Además, puede ver simultáneamente al Señor Soberano en Su propia morada, Goloka, donde comparte la alegría de Su infinito entretenimiento con Sus compañeros eternos, que también son manifestaciones de Su naturaleza absoluta.