Así, tan pronto como un ser se rinde a Krishna, Dios, la Persona Suprema, ciertamente se libera de todas las impurezas.
El Señor dice: «Deja todas las formas de religión y simplemente entrégate a Mí. De todas las consecuencias de tus faltas te libraré. No tengas miedo.»
Ríndete a mí y te tomaré bajo mi protección.
Este es el secreto del éxito, la perfección de la existencia.
Tenemos una opción.
En el momento de la muerte podemos permanecer en el mundo material o ir al reino de Dios.
El Señor dice: «Son los pensamientos, los recuerdos del ser, en el momento de dejar el cuerpo, los que determinan su condición futura. Se dice que este reino supremo, la meta final, es inmanifestado e imperecedero. Para quien lo alcanza, no hay retorno [al universo material]. Este mundo es Mi morada absoluta. Quien al morir, en el momento mismo de dejar el cuerpo, se acuerda sólo de Mí, llega inmediatamente a Mi morada, no lo dudes.»
Recordemos el significado de las palabras del Señor: Aquel que en el mismo momento de la muerte piensa en Krishna, Dios, la Persona Suprema, en su forma original, irá a Él y alcanzará el mundo espiritual. Quien piensa en Él en el momento de la muerte obtiene inmediatamente un cuerpo espiritual, todo conocimiento, dicha y eternidad, y alcanza el reino de Dios, pues nos revestimos de un cuerpo espiritual y abandonamos nuestros cuerpos materiales [de materia densa y etérea] según reglas bien establecidas. Así, cuando morimos, nuestro próximo cuerpo ya está determinado, no por nosotros, sino por autoridades superiores que actúan bajo la preeminencia o soberanía de Dios, según los actos que hemos cometido en la vida que termina.
Según nuestras acciones en la vida presente, seremos elevados o degradados. Por lo tanto, estamos preparando hoy nuestra vida futura. Por eso, una existencia de preparación espiritual nos garantiza, después de la muerte, el beneficio de un cuerpo espiritual similar al del Señor, y el regreso a su reino absoluto. Esta es la primera opción.
En realidad, después de la liberación, el alma infinitesimal puede elegir vivir como una mera chispa en el brillo radiante del cuerpo espiritual y absoluto de Dios, o, haciendo gala de una inteligencia superior, ir a uno de los planetas espirituales para vivir con la Persona Suprema. Esta es la segunda opción.
La tercera elección, la que hacen casi todos los seres vivos, es la de no escuchar a Dios, la de no hacer lo que Él dice, y que obliga a permanecer en este mundo de la