El verdadero principio de la religión es entregarse a Dios y amarlo, y la principal preocupación del ser humano debe ser aumentar su apego a Dios, la Persona Suprema, y su amor por Él.
La vida humana está destinada a reavivar nuestra relación de amor eterno con el Señor, y todos los mandatos religiosos sirven para despertar esta naturaleza dormida. Desarrollar el amor a Dios es la más alta perfección de la existencia.
Quien da estos cuatro pasos preliminares a cualquier progreso en la realización de la conciencia de Dios: cultivar la disciplina moral pura, volverse no violento, reconocer la supremacía de Dios y preservar la vida no quitándola a los seres humanos, animales o plantas, alcanza el estado de iluminación y se acerca a Dios.
Es imposible que entre en el reino de Dios quien derrame sangre de seres humanos, animales y destruya plantas.
Es imposible que quien come carne, pescado y huevos se acerque a Dios.
Krishna, Dios, la Persona Suprema es el objetivo último de la existencia, y conocerlo como realmente es debe ser nuestra única meta y preocupación real.
El verdadero propósito del viaje de la vida es volver a Dios.
La pureza es el principio fundamental de la conciencia divina, y es esencial para la restauración de nuestra relación eterna con Dios.
No olvidemos que el aspecto primordial e indispensable de la existencia es recuperar nuestra verdadera identidad espiritual.
Nuestra vida debe estar totalmente comprometida con el servicio a Dios.
Debemos desarrollar un profundo amor y afecto por Krishna, Dios, la Persona Suprema, que es la única manera de alcanzar el nivel espiritual donde es posible vivir con el Señor.
Esta es la perfección de la existencia.
Cada planeta del mundo material tiene una atmósfera particular, y si uno desea ir a un planeta determinado, debe necesariamente adaptar su cuerpo a las condiciones climáticas de ese planeta. Por lo tanto, uno tiene que cambiar su cuerpo completamente para alcanzar los planetas trascendentales del mundo espiritual. Sin embargo, el que aspira a los planetas materiales superiores y paradisíacos puede conservar su cuerpo etéreo, pero tiene que dejar su envoltura carnal de materia densa, hecha de tierra, agua, aire, fuego y éter.
Del mismo modo, cuando uno va a un planeta trascendental, es necesario dejar tanto su cuerpo etéreo como su cuerpo de materia gruesa, pues hay que entrar en el