Por lo tanto, es indecente que una mujer se atreva a disponer del cuerpo del bebé que se desarrolla en su vientre sin el consentimiento de éste, cuando es un ser individual separado de ella. Si tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que quiera, en ningún caso debe disponer de este ser individual distinto en contra de su propia voluntad. El cuerpo en desarrollo en su vientre no pertenece a esta madre, por lo que poner fin a su existencia es un crimen abominable, una falta imperdonable, que será castigada severamente.
El propósito de la vida es la realización espiritual y la restauración de nuestra relación olvidada con Dios.
La forma humana concedida a la entidad espiritual que se encarna en ella es específicamente para el despliegue de la conciencia de Krishna, la conciencia de Dios, ya que esta conciencia divina nos permitirá recuperar nuestro cuerpo espiritual eterno original de dicha y conocimiento.
El propósito de la conciencia de Krishna, la conciencia de Dios es darnos un cuerpo de la misma naturaleza que el de Krishna, Dios, la Persona Suprema misma. Conocer la relación íntima con el Señor es el objetivo supremo de la vida humana. La conciencia de Dios es el arte de espiritualizar la actividad material, de aumentar el grado de realización espiritual del hacedor, de conocer la universalidad de Dios y la relación que nos une a Él.
Bienaventurados los que tienen la suerte de morir pensando en Krishna, Dios, la Persona Suprema, porque obtendrán un cuerpo eterno como el del Señor e irán a reunirse con la Persona Soberana en Su morada eterna.
Debemos preservar la vida, no destruirla, y asegurarnos de que así sea para cada uno de nosotros.
Todo esto puede evitarse, sin embargo, si uno permanece en el plano espiritual de la conciencia de Krishna, Dios, la Persona Suprema, y toma la firme resolución de no interrumpir nunca una vida.
Mejor aún, resolvamos todos a obedecer a Dios, a respetar y aplicar sus preceptos, sus mandamientos, sus principios reguladores, a seguir al pie de la letra sus consejos y orientaciones, y a no abortar nunca, pues toda vida es sagrada y preciosa.