Es el hábitat, el cuerpo, de un alma espiritual que se desarrolla en el vientre materno, y nadie tiene derecho, en la fase de desarrollo embrionario, a expulsar el alma del vientre de una mujer en el que DIOS la puso.

En verdad, cada uno de nosotros es un alma espiritual eterna, no somos el cuerpo material en el que residimos. Esta última es sólo una envoltura carnal que cubre el alma. En cada forma de vida o ser vivo, humano, animal o vegetal, hay un alma individual eterna. En cada cuerpo material el alma está acompañada por el Alma Suprema, también llamada Espíritu Santo. El Alma Suprema está al lado del alma individual cuando ésta transmigra (se reencarna) de un cuerpo a otro en sus larguísimas andanzas por el universo material. Por eso el cuerpo material se llama templo de Dios. Así, toda forma de vida es sagrada y nunca debe ser destruida o interrumpida deliberadamente.

El alma espiritual viviente es un pequeño fragmento de Dios, parte integrante de su persona divina, y existe en todas las formas de vida, seres celestiales, seres humanos, animales y plantas.

Es la ignorancia de los hechos de la verdad lo que hace que los seres humanos aborten. Por ejemplo, los insensatos creen que ni los animales ni las plantas tienen alma. No hay ninguna base racional para esta creencia. Los animales y las plantas tienen alma.

Esta mentalidad absurda es la que actualmente está arruinando la civilización. La gente se ha degradado tanto que piensa que el embrión no tiene alma y aborta. Pero si el óvulo ya tiene alma, con mayor razón la tiene el embrión que procede del óvulo. Sí, el embrión tiene alma, y el aborto es un crimen abominable.

Dios nos informa de que todo el mundo tiene un alma, y que ésta habita en todas las formas de vida, celeste, humana, animal y vegetal.

El alma individual evoluciona de un cuerpo inferior a una forma superior, que es lo que se entiende por evolución espiritual. Una vez alcanzada la forma humana, el alma puede entregarse al Señor y regresar a su reino eterno y absoluto.

Si no, permanecerá en este mundo de la materia para sufrir las repetidas tribulaciones del nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte. Entonces tendrá que reencarnarse repetidamente, y sufrir cada vez.