Logos 427
La verdadera causa del calentamiento global.
Sólo Dios dirige todo, lo controla todo, y por supuesto el clima. Nada puede suceder sin su consentimiento.
El Señor Supremo dice: «Yo controlo el calor, la lluvia y la sequía. Soy la inmortalidad y la muerte personificada. Tanto el ser como el no ser están en Mí. Aquellos que Me adoran con devoción, meditando en Mi forma absoluta, Yo lleno sus carencias y conservo lo que poseen.»
El Señor añade: «La naturaleza material actúa bajo Mi dirección, bajo Mi dirección genera todos los seres, móviles e inmóviles. Por Mi orden de nuevo, crea y luego aniquila, en un ciclo interminable.»
Responsabilidades humanas.
El ser humano, por razones falaces basadas en deseos interesados ligados únicamente a los placeres de los sentidos, comete actos irresponsables, dirigidos esencialmente a alterar la armonía atmosférica y ambiental puesta por Dios, para el bienestar de los seres vivos, seres humanos, animales y plantas. La responsabilidad del ser humano radica en la contaminación integral que provoca debido a los productos de su fabricación, que destruyen los elementos de la naturaleza material y la vida de muchos seres vivos, tanto los seres humanos como los animales terrestres y acuáticos, así como las plantas de todas las especies.
A medida que se aleja de Dios, al surgir en él el orgullo, la justicia propia, el deseo de superioridad, la dominación y la pasión por los placeres de los sentidos, ligados a su ignorancia de los datos relativos al Ser Supremo y a la verdad existencial absoluta, su conciencia se oscurece y su intelecto disminuye.
Una vez que el ser humano está en las garras de los atributos y modos de influencia de la naturaleza material, la pasión y la ignorancia y está saturado de ellos, se queda sin la conciencia de Dios. Sin conciencia de Dios, como son los incrédulos ateos, éstos, presos de la ignorancia y la pasión, cometen actos poco inteligentes que provocan el deterioro del clima y del medio ambiente, lo que dará lugar a calamidades naturales; huracanes, tsunamis, inundaciones, sequías, lluvias torrenciales, etc.
Es la explotación desenfrenada de los recursos naturales lo que deteriora el medio ambiente. El deterioro del clima y las emisiones de C02 procedentes en gran parte de la explotación y combustión de los combustibles fósiles [petróleo, carbón, gas], provocan el «efecto invernadero» y el calentamiento global, con las consecuencias que conocemos.
Este es otro aspecto de la destrucción humana.
La propensión de algunos seres humanos a querer enriquecerse sin tener en cuenta las leyes divinas relacionadas con la naturaleza material, provoca perturbaciones de las que no son conscientes, o al menos no quieren tener en cuenta, obsesionados como están por el aspecto financiero o el beneficio resultante. Su actitud es simplemente criminal. El hombre aún no ha comprendido que las leyes divinas prevalecen sobre las humanas.