Para evitar el peligro de malgastar la vida humana y apegarse a las ilusiones, uno debe, a partir de los cincuenta años o incluso antes, tomar conciencia de la proximidad de la muerte. Por tanto, hay que prepararse para una vida futura mejor. En otras palabras, se trata de apartar la mente de las preocupaciones materiales y fijarla en el Señor.
Debemos rendirnos a Dios y servirle con amor y devoción. Sólo este sencillo camino puede llevarnos a la etapa más alta de la perfección espiritual, a Dios en su reino absoluto y eterno. La más alta perfección de un ser humano es recordar al Señor Supremo al final de su vida.
En otras palabras, uno debe moldear su existencia de tal manera que el recuerdo de Krishna, Dios, la Persona Suprema, marque gradualmente cada etapa de su vida.
El Señor Supremo dice:
«Así, en Mi forma personal siempre absorbo tus pensamientos sin falta. Dedicando tus actos a Mí, volviendo tu mente y tu inteligencia hacia Mí, sin duda llegarás a Mí.
Aquel que siempre se acuerda de Mí, el Señor Supremo, y medita en Mí, sin desviarse del camino, llega sin duda a Mí. Se debe meditar en el Señor Supremo como el Ser Omnisciente, el más antiguo, el Maestro y Sustentador de todo, que, aún más tenue que el más tenue, es inconcebible, más allá de la inteligencia material, y siempre sigue siendo una persona. Resplandeciente como el sol, Él trasciende este mundo de oscuridad.»
Aquel que, en el momento de la muerte, fija su aire vital en el entrecejo y con la más profunda devoción se absorbe en el recuerdo del Señor Supremo, irá a Él.
«Así establecido en el yoga [la práctica de la unión y la comunión con Dios], y pronunciando la sílaba Om [vibración sonora espiritual], la alianza suprema de las letras, aquel que, en el momento de dejar el cuerpo, piensa en Mí, la Persona Suprema, alcanzará sin duda los planetas espirituales.»
«Porque constantemente absorto en el servicio devocional, aquel que siempre me recuerda, sin desviarse, llega a Mí sin dificultad. Cuando han llegado a Mí, los espiritualistas imbuidos de devoción, esas nobles almas, habiendo ascendido así a la más alta perfección, no vuelven nunca más a este mundo transitorio donde reina el sufrimiento.»
«Todos los planetas del universo (del universo material), desde los más evolucionados hasta los más bajos, son lugares de sufrimiento donde se suceden el nacimiento y la muerte. Pero para el alma que llega a Mi reino, no hay más renacimiento (no hay más reencarnación en un planeta material, el ciclo de renacimientos y muertes repetidas termina).»