Logos 377
El falso ego es la fuerza que ata al ser encarnado a la existencia material.
El ser encarnado está influenciado principalmente por la ignorancia y produce el falso ego. La totalidad última de la materia actúa como intermediaria entre el elemento espiritual puro y la existencia material. Se encuentra en la frontera entre lo material y lo espiritual, la fuente del falso ego del ser condicionado por la materia. Todos los seres son almas distintas que emanan del Señor Supremo, pero bajo la presión del falso ego, las almas condicionadas, aunque son parte integrante del Ser Soberano, pretenden ser los amos y beneficiarios de la naturaleza material. Este falso ego es la fuerza que encadena al ser individual distinto de Dios, que cada uno de nosotros es, a la existencia material. El Señor ofrece una y otra vez a las almas condicionadas y descarriadas la oportunidad de liberarse de este falso ego, y es con este propósito que la creación material ocurre a intervalos regulares. Es cierto que Dios pone a disposición de las almas condicionadas por la materia todos los medios necesarios para rectificar las actividades del falso ego, que se basan todas en el cuerpo y la mente, pero no interfiere en absoluto en la infinitesimal independencia de la que gozan como emanaciones parciales de Su Persona. El falso ego es también el deseo de dominar la materia, o de identificarse con el propio cuerpo material. Este espíritu de dominación artificial es lo que se llama el falso ego.
La función principal del falso ego es mantener el ateísmo. Cuando un ser olvida su posición natural como alma espiritual, una chispa divina eternamente subordinada al Señor Supremo, y busca la felicidad independientemente de Él, desarrolla aproximadamente dos actitudes: primero, se entrega durante mucho tiempo a la acción interesada para obtener alguna ventaja personal o para satisfacer sus sentidos, y luego, después de agotarse y frustrarse en este tipo de búsqueda, toma el camino de la especulación filosófica, y llega a creer que es igual a Dios. Esta falsa sensación de ser Uno con Dios es la última trampa de la energía ilusoria de Satanás que lo mantiene a uno atrapado en las cadenas del olvido, y coloca a todo el ser bajo el hechizo del falso ego. La mejor manera de liberarse de las garras del falso ego es entregarse a Dios.
El Señor dice: «La energía constituida por las tres gunas [los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; la virtud, la pasión y la ignorancia], esta energía divina, la Mía, no puede ser superada sin daño. Pero quien se rinde a Mí cruza fácilmente sus límites».