Logos 379
Sea cual sea el cuerpo en el que resida, el alma espiritual es la misma.
Como espíritus puros, todas las almas espirituales son iguales e idénticas, ya sea que residan en el cuerpo de un ser celestial, en el cuerpo de un ser humano, en el cuerpo de un animal o en el cuerpo de una planta.
Por eso, quienes están verdaderamente iluminados no ven la apariencia exterior del ser vivo, del cuerpo de la materia, ya sea un ser celestial, un habitante de los planetas edénicos y paradisíacos, un ser humano, un animal o un vegetal. Aquellos que están iluminados por el conocimiento divino puro ya no ven el cuerpo material blanco, negro, amarillo, rojo o mixto, o la forma material animal o vegetal, sino sólo la entidad espiritual en su interior. A partir de entonces, sienten el mismo amor por todos los seres humanos sin excepción. Van aún más lejos, pues en todos los cuerpos animales y vegetales ven también sólo el alma espiritual que hay en ellos, y no diferencian entre un ser humano, un hombre o una mujer, un perro, un gato, un elefante o una hormiga, los aman a todos con igual amor. A través de la envoltura material, sólo ven la entidad espiritual encarnada que reside en ella.
Esto es el verdadero amor. Por eso Dios manda no comer carne, pescado y huevos.