Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 367

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En general, la muerte significa la salida del propio cuerpo que ha quedado inservible y la entrada en un periodo de inconsciencia que dura nueve meses dentro de un nuevo cuerpo en el vientre de una nueva madre.

En realidad, tan pronto como se produce la muerte, la reencarnación es casi inmediata y el traslado al vientre de una nueva madre es realizado por los agentes de Dios. El alma, en cuanto abandona el cuerpo anterior, se sumerge en la inconsciencia, para evitar el sufrimiento causado por la incómoda posición de su nuevo cuerpo en el vientre de su nueva madre, así como la forma de éste, si difiere del anterior. Por ello, olvidamos todo lo relacionado con nuestra vida anterior.

Porque el ser individual distinto de Dios es introducido entonces, por la semilla del padre, en el vientre de una nueva madre, y comienza a desarrollar, alimentado por ella, un nuevo cuerpo según sus deseos y acciones pasadas. Estos son los factores que determinan el tipo preciso de cuerpo en el que renacerá. Llega un momento en el que, todavía en el vientre materno, emerge de su estado de inconsciencia. Entonces siente la incomodidad de un lugar estrecho, y el deseo de abandonarlo crece en su interior.

En verdad, tan pronto como el cuerpo anterior abandona el cuerpo, los asistentes celestiales de Dios toman el alma y la introducen en el espermatozoide liberado por el padre, que luego entrará en el óvulo de la madre, y los dos forman así un óvulo vivo, porque ya hay un alma en él. Es la presencia del alma la que desarrolla el óvulo, que se convierte en embrión gracias a ella, luego en feto gracias a ella, y finalmente en un cuerpo de bebé completo gracias a ella.

Nada más nacer, el niño se sumerge inmediatamente en el olvido de su verdadera identidad. Se ve obligado a ver su cuerpo material como su propio ser, con el que se identifica erróneamente, y en ese momento se ve influenciado por la energía material que condiciona su existencia.

Toda la existencia material está influida por la energía ilusoria de la naturaleza material que obliga a todos los seres a tener una concepción corporal de la vida. En cambio, el verdadero conocimiento espiritual nos permite comprender que «no somos un cuerpo de materia» sino «un alma espiritual», una pequeña parcela del Señor Supremo, eterna como Él.

Sólo a través de la conciencia de Dios se puede superar esta implacable energía ilusoria, que es similar a Satanás. Quien se rinde a Dios y le sirve con amor y devoción, escapa a esta concepción ilusoria de la existencia, que obliga al ser humano a seguir un ciclo de nacimientos y muertes ininterrumpidas.

Entonces podremos renovar inmediatamente el vínculo de amor con el Señor y entrar en su reino eterno.

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