En realidad, todos somos siervos eternos de Dios.
Hemos deseado estar en el lugar de Dios, y por eso el Señor nos ha enviado al mundo material, para que le imitemos.
Comprendamos que todos aquellos que tienen envidia del Señor y que disputan Su posición como Supremo Benefactor de todo lo que es, de todos los frutos de las obras y de todos los sacrificios, no pueden de ninguna manera permanecer en el mundo espiritual por ningún período de tiempo. Cuando esto sucede, el ser vivo se ve inmediatamente privado del mundo espiritual, porque la envidia del Señor no existe allí.
Así, cuando un ser envidia al Señor, se convierte automáticamente en su competidor y desarrolla en él el deseo de disfrutar de lo que pertenece a Krishna, la persona Suprema y Soberana. Esto no debería ser así.
En cuanto el ser espiritual encarnado toma conciencia de su verdadera condición y posición, la de ser el eterno servidor de Dios, se libera de todo sufrimiento y dificultades materiales.
El comienzo de la verdadera existencia comienza y coincide con la entrega de la santa entidad espiritual de su ser a la Persona Suprema y Absoluta, Dios, en plena conciencia del hecho de que es cualitativamente Uno con el Absoluto, pero al mismo tiempo, ocupa la posición de eterno servidor de Dios en relación con Él.
En el nivel material, el ser individual, distinto de Dios, se cree erróneamente dueño y señor de todo lo que le rodea, por lo que tiene que sufrir los repetidos ataques de las tres formas de sufrimiento: el causado por nuestro cuerpo y nuestra mente, el causado por otras entidades vivas y el causado por los poderes naturales, contra los que permanecemos impotentes.
Pero en cuanto toma conciencia de su verdadera condición, la de siervo ante el Absoluto, se libera de todos los sufrimientos. Mientras un ser se esfuerce por dominar la naturaleza material, no tiene ninguna posibilidad de convertirse en siervo del Ser Supremo, ya que el servicio ofrecido al Señor debe ser en la conciencia pura de nuestra identidad espiritual, entidad espiritual o alma espiritual. Y tan pronto como sirve al Señor, el Supremo Eterno, de esta manera, se libera de todas las dificultades materiales, y renueva el vínculo con Dios.
Para dejar de ser envidiosos y de sufrir, debemos comprender que todos somos servidores eternos de Krishna, Dios, la Persona Suprema. Entonces adoptaremos nuestra verdadera posición y dejaremos de fingir que somos Dios, y volveremos a nuestra verdadera morada, donde todos los seres que viven allí están comprometidos en un intercambio amoroso con Krishna, y donde todos los seres conocen su situación.
Allí es donde seremos verdaderamente felices por la eternidad.