El Señor enseña:
Después de dejar su cuerpo, el santo siervo (la santa doncella) ya no recibe un cuerpo material, sino que vuelve al reino de Dios donde recibe un cuerpo espiritual similar al de los compañeros eternos del Señor cuyo ejemplo siguió.
Cuando el santo purificado está listo, ocurre lo que comúnmente se llama muerte, pero que en realidad es sólo un cambio repentino de cuerpo. Para el sabio puro, este cambio puede compararse con un relámpago, que va acompañado simultáneamente de una luz brillante. Por la voluntad suprema, desarrolla un cuerpo espiritual en el mismo momento en que deja el cuerpo material.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que incluso antes de la muerte, el sabio puro está libre de todos los apegos materiales, y debido a su contacto constante con el Señor, posee un cuerpo totalmente espiritualizado.
Los impersonalistas (aquellos que sólo creen en el aspecto espiritual impersonal de Dios, es decir, sin forma), por rechazar todo contacto con el Señor, no obtienen un cuerpo espiritual adecuado para la acción espiritual, sino que permanecen como meras chispas espirituales, fundidas en el deslumbrante resplandor que emana del cuerpo espiritual del Señor Supremo.
El alma pura e intrépida atraviesa todas las capas del cosmos material y finalmente alcanza la atmósfera absoluta donde todo es de una sola identidad espiritual, el mundo espiritual. Desde allí, llega a uno de los planetas espirituales, donde asume una forma idéntica en todos los sentidos a la del Señor, y se compromete en su servicio de amor absoluto.