Logos 297
Los planetas de toda galaxia material como la nuestra, «La Vía Láctea», están divididos en tres sistemas de niveles diferentes: los mundos inferiores (infernales,
infernales), intermedios (terrestres) y superiores (edénicos o celestiales). Todos están habitados.
La Tierra y sus habitantes, los seres humanos, se encuentran en el principio de los mundos intermedios, mientras que Brahma, el demiurgo y primer ser creado, y sus compañeros viven en los planetas superiores, el más elevado de los cuales es Satyaloka o Brahmaloka. Los habitantes de esta última tienen un perfecto dominio de la sabiduría espiritual, por lo que para ellos la nube mística de la energía material se disipa. Por esta razón se les llama los Vedas personificados. Completamente despiertos al conocimiento material y espiritual, no persiguen intereses personales ni en el mundo material ni en el espiritual. Prácticamente se les puede llamar seres santos, sabios sin deseos, porque no tienen nada que perseguir en el mundo material, y encuentran su realización en sí mismos en el mundo espiritual.
¿Por qué entonces vienen aquí a la tierra, se puede preguntar?
La respuesta es que descienden a diferentes planetas de la galaxia a instancias del Señor, para actuar como mesías, liberando a las almas caídas. En la Tierra, aparecen en diferentes lugares y, en diferentes circunstancias, en diferentes climas, hacen el bien a la humanidad. Pero aparte de su misión, que es liberar a las almas encarnadas y condicionadas que languidecen en la existencia material de la influencia ilusoria de la energía material, no tienen nada que hacer en este mundo.
Logos 298
Krishna, Dios, la Persona Suprema, y sus emanaciones plenarias, los Avatares, poseen signos especiales que los distinguen de los seres celestiales y humanos ordinarios.
Está escrito en los Vedas, las sagradas escrituras originales también llamadas «el verdadero evangelio», el evangelio eterno que no tiene principio ni fin: «Todos los Avatares (encarnaciones del Señor Supremo que descienden a este mundo) son emanaciones plenarias del Señor Krishna o emanaciones de Sus emanaciones plenarias. Pero Él, Krishna, es Dios mismo, en su forma original más completa».
Para evitar que alguien se haga pasar por el Avatar, el verdadero Avatar será reconocido por los signos particulares y característicos de su divinidad que lleva en su cuerpo, las palmas de las manos y las plantas de los pies.
Signos en las plantas de los pies del Señor: Un estandarte, un rayo, un bastón de mahout, un pez, una sombrilla, una flor de loto y un disco.
Signos en las palmas de sus manos: flores de loto y ruedas.
Siete partes de su cuerpo brillan con un resplandor rojizo: sus ojos, las palmas de sus manos, las plantas de sus pies, su paladar, sus labios y sus uñas.
Krishna también tiene una pluma de pavo real adornando su pelo, y un mechón de pelo blanco en el pecho. Un gran collar de flores cuelga de su cuello. Por otra parte, sólo Él puede manifestar Su gigantesca forma universal en el universo material, que consiste en toda la manifestación cósmica.
Dios manifestó esta forma universal precisamente para poner a los tontos en su lugar, de modo que sólo aquel que pueda manifestar esta forma gigantesca como lo hizo el Señor Krishna, será considerado un Avatar. Por lo tanto, los materialistas pueden, por su propio bien, fijar sus pensamientos en esta forma colosal del Señor, pero que se cuiden de ser engañados por pretendientes que pretenden ser iguales a Krishna, pero que se muestran incapaces de actuar como Él, o de manifestar esta forma que contiene todo el universo.
EL AVATAR QUE NO TIENE NINGUNO DE ESTOS SIGNOS Y NO PUEDE MANIFESTAR LA FORMA UNIVERSAL ES UN IMPOSTOR.