Palabras de sabiduria, la sabiduria de Dios
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Logos 279

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El Supremo Eterno dice: «De todo lo que es luminoso, el Alma Suprema es la fuente de luz. Es inmanifestado, habita más allá de la oscuridad de la materia. Es el conocimiento, el objeto del conocimiento y la meta del conocimiento. Habita en el corazón de todos.»

El Alma Suprema, o Dios, la Persona Suprema, es la fuente de luz en todos los objetos brillantes, como el sol, la luna, las estrellas, etc. El mundo espiritual, iluminado por la luz de Dios, es la fuente de luz en todos los objetos. El mundo espiritual, iluminado por el resplandor del Señor Supremo, no necesita el sol ni la luna. Sin embargo, en el universo material, este resplandor, la luz espiritual que irradia el Señor, está velado por la naturaleza material, o los elementos materiales; por lo tanto, son necesarias diversas fuentes de luz, como el sol, la luna, la energía eléctrica, etc.

El conocimiento del Señor es puramente espiritual. Quien anhela alcanzar el mundo espiritual recibe el conocimiento necesario del Señor, que está presente en el corazón de todos. Cualquiera que aspire verdaderamente a la liberación debe entregarse a Dios, la Persona Suprema. Sólo quien conoce a Dios puede poner fin al ciclo interminable del nacimiento y la muerte. El Señor está presente como el Maestro Supremo en los corazones de todos los seres. Tiene piernas y brazos, desplegados por todas partes, lo que obviamente no se aplica al alma infinitesimal. Por lo tanto, hay que reconocer la existencia de dos conocedores del campo de acción, distintos entre sí: el alma infinitesimal y el Alma Suprema.


Logos 280

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La naturaleza original del ser vivo (Nosotros) es ser el eterno servidor de Dios, pues es la energía marginal y una emanación del Señor, a la vez idéntica y distinta de Él.

La energía del Supremo Eterno se transforma naturalmente en tres categorías: energía espiritual, energía constituida por los seres vivos (almas encarnadas) y energía de la ilusión…

Sumergido en el olvido de Dios, el ser vivo se ha dejado seducir por su energía externa desde tiempos inmemoriales. Por eso, mâyâ, la energía de la ilusión, que es similar a satán, le hace sufrir en este mundo material. Evolucionando dentro de la naturaleza material, el ser alcanza a veces los planetas superiores, el paraíso, donde disfruta de una vida próspera, y a veces se ve sumido en condiciones infernales de existencia, en el infierno. Su condición es perfectamente similar a la del criminal al que el rey castiga sumergiéndolo y luego levantándolo del agua.

Si el alma encarnada y condicionada adquiere conciencia de Dios, por la misericordia de las personas santas, los servidores de la Divinidad y los maestros espirituales, que se encargan de enseñar los mandatos de las escrituras y de ayudarla, escapa de las garras de mâyâ, que entonces afloja su abrazo. Por sus propios esfuerzos, el alma condicionada no puede revivir su conciencia de Dios. Pero en Su indecible gracia, el Señor Krishna ha escrito las escrituras védicas, las sagradas escrituras originales llamadas «El Verdadero Evangelio».

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