Logos 185
El verdadero conocimiento se revela a un ser santo sólo cuando, por la gracia del Señor, alcanza una comprensión correcta de la vida. En el mundo material o en el nivel de conciencia material, el bien y el mal están en el mismo plano,
la distinción entre ambos es una mera creación de la mente.
En verdad, todos los seres vivos son hijos de Dios, nacidos de su energía marginal. Debido a la contaminación que nos infligen los modos de influencia de la naturaleza material, hacemos distinciones entre las almas espirituales.
Quien posee el verdadero conocimiento no hace distinción entre un sabio, una persona virtuosa, un elefante, un perro, una flor y un árbol. En lugar de ver a una persona en términos de su cuerpo carnal, la ve como un alma espiritual. Un nivel superior de comprensión permite comprender que el cuerpo es sólo una combinación de los cinco elementos materiales. También en este sentido, la constitución física de un ser humano y la de un ser celestial son idénticas.
Desde el punto de vista espiritual, todos somos chispas espirituales, partes integrantes de Dios, el Espíritu Santo Supremo. Ya sea material o espiritualmente, somos básicamente uno en la naturaleza; pero bajo la influencia de la energía ilusoria, creamos amigos y enemigos.
Logos 186
Los que llegan a los planetas edénicos y paradisíacos pueden ver su felicidad interrumpida de repente por la espada del tiempo. En efecto, quien llega a los planetas edénicos tendrá que retroceder tarde o temprano.
Los que llegan a los sistemas planetarios superiores, edénicos y paradisíacos, deben volver a la tierra en cuanto se agotan los frutos de sus actividades piadosas. Así, los que acceden a los planetas edénicos por el poder del sacrificio y de los actos piadosos deben eventualmente caer de nuevo en esta Tierra. La espada del tiempo cae sobre los seres y los derriba de su elevada posición en este mundo material. Una vez en la tierra, tendrán que empezar de nuevo.
Por otra parte, los frutos del servicio amoroso y devocional al Señor son mucho más valiosos que la elevación a los planetas celestiales, ya que permiten alcanzar a Dios y entrar en Su reino eterno, del que no hay retorno al universo material. El Señor puede liberar al ser encarnado de la cadena de muerte y renacimiento. Sólo a través del servicio devocional se puede llegar al planeta espiritual del Supremo Eterno, y allí también se tiene una sola ocupación: servir al Señor con amor. De hecho, las actividades del servicio devocional son las mismas ya sea aquí o en el mundo espiritual. El servicio devocional no está sujeto a ningún cambio y es sublime.