El camino hacia la liberación, hacia la verdadera libertad
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Entonces debe grabar en su mente el cuello del Señor, Aquel a quien todo el universo adora; Su cuello realza la belleza de la joya Kaustubha que adorna su pecho.

El espiritista aún debe meditar en los cuatro brazos del Señor, que representan la fuente de todos los poderes de los seres celestiales que gobiernan las diversas funciones de la naturaleza material. Luego debe concentrarse en los adornos brillantes de sus brazos, que fueron pulidos por el movimiento giratorio del Monte Mandara. También debe contemplar debidamente el disco del Señor, el sudarsana-cakra, que tiene mil rayos y brilla con un brillo deslumbrante, así como su caracola, como un cisne en la palma de su mano de loto.

El espiritista debe meditar en la misa del Señor, que se llama Kaumodaki y que le es muy querida. Esta maza aplasta a los siempre beligerantes guerreros demoníacos y se mancha con su sangre. También debe meditar en la magnífica guirnalda que cuelga del cuello del Señor y que está constantemente rodeada de abejas que zumban suavemente. Debe meditar más en el collar de perlas del Señor, que se considera que representa a las almas puras constantemente absortas en su servicio.

El espiritista debe entonces meditar en la expresión del rostro de loto del Señor, que muestra sus diversas formas en este mundo debido a la compasión por sus ansiosos devotos. Su nariz sobresale y sus mejillas cristalinas se iluminan con el balanceo de sus brillantes aretes de caimán.

El espiritista debe entonces meditar en el rostro radiante del Señor, enmarcado por mechones de cabello y embellecido por sus ojos de loto y sus cejas danzantes. Un loto rodeado de abejas y un par de peces retozando en las olas se avergonzarían de su gracia ante la suya.

El espiritista debe contemplar con profunda devoción las miradas compasivas que frecuentemente lanzan los ojos del Señor, pues ellas alivian las tres terribles formas de sufrimiento [Los que surgen del cuerpo y la mente, los causados ​​por otras entidades vivientes, y los que tienen por origen la naturaleza material; huracanes, fuertes vientos, copiosas lluvias, frío extremo, etc., bajo el ímpetu de seres de los planetas superiores, que rigen las diversas funciones de la naturaleza material], que abruman a sus devotos. Esas mismas miradas, acompañadas de sonrisas afectuosas, abundan en gracia.

Asimismo, el espiritista debe meditar en la sonrisa llena de bondad del Señor, Sri Hari (uno de los innumerables nombres del Señor, y plena emanación de Krishna), esa sonrisa que, para todos los que se inclinan ante Él, seca el océano. de lágrimas del más intenso dolor. Todavía debe meditar en sus cejas arqueadas que manifiestan su poder interno para encantar al dios del placer para el bien de los sabios.

Con devoción empapada de amor y afecto, el espiritista debe meditar desde lo más profundo de su corazón en la risa de Sri Visnu; esta risa es tan cautivadora que fácilmente se puede meditar en ella, y cuando el Señor Supremo ríe así, se ven entonces sus pequeños dientes, semejantes a capullos de jazmín teñidos de rosa por el esplendor de sus labios. Habiendo dedicado su mente a esta meditación, el espiritista ya no debe desear ver nada más.

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