Krishna, Dios, la Persona Suprema dice:
Si te revelo esta parte del conocimiento, la más secreta, es porque eres Mi muy querido amigo. Oíd mi palabra, porque la hablo para vuestro bien. Conviértete en Mi devoto puro, entrégate solo a Mí. Os prometo una existencia espiritual perfecta que os dará el derecho eterno de servirme con amor espiritual y absoluto. Dejen allí cualquier otra forma de religión y entréguense sólo a Mí. Todas las consecuencias de vuestras faltas os haré libres. Ahora no tengas miedo.
Ahora les explicaré el camino del yoga, que tiene como objeto la concentración de la mente. Mediante esta práctica, uno se vuelve alegre y uno progresa paso a paso en el camino de la Verdad Absoluta.
Uno debe realizar sus deberes prescritos lo mejor que pueda y evitar aquellos que no le fueron asignados. Uno debe estar satisfecho con lo que viene por la gracia del Señor y adorar los pies de loto (fórmula de respeto) de un maestro espiritual.
Debemos dejar de caer en prácticas religiosas convencionales y dejarnos atraer sólo por aquellas que conducen a la salvación. Uno debe comer muy frugalmente y vivir siempre en soledad para alcanzar la más alta perfección de la existencia.
Se debe practicar la no violencia y la veracidad, no robar y poseer sólo lo necesario para la propia subsistencia. Uno también debe abstenerse de toda actividad sexual, practicar la austeridad y la pureza, estudiar los Vedas (las sagradas escrituras originales) y adorar la forma suprema de Dios, la Persona Soberana.
Hay que observar el silencio, adquirir constancia a través de la práctica de diferentes posturas yóguicas, dominar la circulación del aire vital, desapegar los sentidos de sus objetos, luego concentrar la mente en el corazón.
Se llama meditación de lo mental al hecho de fijar tanto el soplo vital como el pensamiento en uno de los seis círculos por donde circula el soplo vital dentro del cuerpo, y así concentrar su mental en los entretenimientos trascendentes del Señor Soberano.
A través de estas prácticas, o por cualquier otra forma reconocida, uno debe lograr dominar la mente desenfrenada, que está corrompida por la materia y siempre cede a la atracción del placer material, y así establecerse en el pensamiento del Señor Soberano.