El camino hacia la liberación, hacia la verdadera libertad
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La primera, la que le caracteriza, no es otra que el alma espiritual, de la que él es la representación real.

El segundo no es otro que el cuerpo etéreo que envuelve al alma, y ​​que está compuesto por la mente, la inteligencia y el ego falso o ego material.

La tercera parte, el cuerpo material denso en el que se encierra el cuerpo etéreo. El cuerpo material es en realidad una masa de elementos materiales inertes, es una masa muerta, sin vida en sí misma.

Es el alma la que le da vida, y así le permite moverse. El alma está en el origen de la vida del cuerpo, que sin ella seguiría siendo una masa muerta. Siendo la conciencia la principal energía del alma, es extendiéndola por todo el cuerpo que el alma se vuelve omnipresente y controla todo el cuerpo. La conciencia no es otra cosa que el alma misma, y ​​da prueba de la presencia del alma en el cuerpo.

El alma está en el origen de la existencia del cuerpo de materia burda o cuerpo material.

Olvidar nuestra relación con Dios es la causa de nuestro encadenamiento al ciclo de muerte y sucesivos renacimientos, también llamados reencarnaciones.

En verdad, es el olvido de la relación que nos une con Dios el origen de la destrucción de nuestro cuerpo. Como entidades espirituales, todos somos tan eternos como el propio Señor Supremo. Pero debido al olvido de nuestra verdadera identidad, hemos sido colocados en la naturaleza material y obligados a reencarnar, pasando de un cuerpo a otro, a veces de diferente forma y naturaleza. Cuando nuestro cuerpo es destruido, también creemos que perecemos al mismo tiempo. Es el cuerpo de materia en el que residimos como alma encarnada, que es el origen del olvido de Dios, de nuestra verdadera identidad espiritual y de la verdad existencial y absoluta. Cambio de cuerpo, así es la muerte.

La muerte es inevitable para todo ser espiritual encarnado, pero el alma misma nunca muere, ya que está completamente separada del cuerpo material.

La idea «algún día moriré» surge del desconocimiento de los datos relativos a la verdad, porque el alma, que cada uno de nosotros es en realidad, no pasa por las fases corporales de la inexistencia, del nacimiento, de la existencia y de la muerte.

Conociendo esta verdad, cuando llegue la hora de la muerte, que sólo concierne a nuestro cuerpo material, debemos meditar inmediatamente en el Señor Krishna, para que la muerte no nos afecte, porque a diferencia del cuerpo, nosotros no nacemos. No ha habido un momento en el pasado en el que no existimos y no tendremos un fin, porque el alma ni nace ni muere. Ella no ha nacido y es inmortal.

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