Por la mañana sale el sol y el calor y la luz aumentan gradualmente. Del sol resulta la producción de todas las formas materiales. A través del sol nuevamente tiene lugar la integración y desintegración de los elementos materiales. Pero tan pronto como se pone el sol, la manifestación que provocó pierde contacto con él, pasando de un lugar a otro.

Cuando el sol se desplaza del hemisferio oriental al occidental, su acción en el primero permanece, aunque sólo sea visible en el segundo. Del mismo modo, el ser vivo acepta, o produce, diferentes cuerpos y, en diferentes circunstancias, diferentes relaciones centradas en el cuerpo. Pero en cuanto abandona su primer cuerpo para asumir un segundo, ya no tiene ningún vínculo con el cuerpo que ha abandonado, ni con el cuerpo que va a suceder al que acaba de asumir. El ser vivo nunca deja de estar libre del contacto con la contaminación material, con el cuerpo. Así pues, la aparición y la desaparición del cuerpo no afectan al ser vivo, al alma.

La percepción de la existencia material es como un sueño lleno de sueños. El hombre dormido sueña que los acontecimientos, todos ilusorios, ocurrirán en su existencia, y, al adherirse a su sueño, se encuentra consecuentemente sujeto a diversas formas de angustia y felicidad.

Del mismo modo, el ser inmerso en el sueño de la conciencia material sufre por haber aceptado un cuerpo material y luego tener que abandonarlo. La conciencia de Krishna es lo opuesto a esta conciencia material. Esto significa que cuando un ser se eleva al nivel de la conciencia de Krishna, se libera de toda falsa concepción de la existencia.

No dejemos que las falsas razones, que son hijas de la ignorancia, nos aflijan, porque la desgracia nace sólo de conceptos erróneos, tanto que en un instante se disipa cuando hablamos de la verdadera filosofía de la existencia.