El alma espiritual eterna es energía pura. No puede ser alterado de ninguna manera por la materia densa. Es puro, inmutable y siempre permanece inmaculado. Ella es innata, inmortal, original y no puede ser contaminada por las actividades realizadas por su cuerpo material en las sombras bajo el yugo de la ignorancia, de la identificación con la materia.
El alma no tiene ninguna responsabilidad, presencia la acción como un simple testigo, pero sin embargo se ve obligada a actuar de esta manera por la ofensa que ha cometido contra Krishna, Dios, la Persona Suprema, en el marco de la relación eterna que lo une con Él. Por eso Krishna declara que su energía material es tan poderosa que resulta insuperable. Sin embargo, basta que el alma se dé cuenta de que su posición natural original y eterna es la de servir a Krishna, y se esfuerce por actuar de acuerdo con este principio, para que se libere inmediatamente de la influencia de la energía material, a través de su aspecto de naturaleza material, y ésta, por muy condicionada que fuera.
El Señor Krishna cuida de cualquiera que se entrega a Él, en un sentimiento de impotencia, tras lo cual la influencia de la energía material se desvanece.
Enseñanza del Señor Balarama, emanación plenaria de Krishna.
La sociedad de los hombres es tal que, según las reglas del combate, un hermano puede convertirse en enemigo. Considerar a un ser clasificándolo como neutral, amigo o enemigo, generalmente lo hacen hombres cuyo concepto de existencia está centrado en el cuerpo, y que se dejan extraviar por la energía ilusoria del Señor Supremo.
El alma espiritual conserva la pureza de su naturaleza cualquiera que sea el encarcelamiento de la materia en que se encuentra, pero la visión de los hombres con inteligencia limitada se detiene en los cuerpos, con designaciones distintivas, animales y seres humanos, alfabetizados y analfabetos, ricos y pobres. , etc., que cubren el alma espiritual pura. Estas distinciones, que sólo afectan al cuerpo, se parecen a aquellas por las que se divide el fuego según los combustibles que consume. Independientemente de la forma y el calibre del combustible utilizado, no influirán en el tamaño y la forma de las llamas que alimentan. Asimismo, y al igual que el cielo, el alma nunca cambia de tamaño ni de forma.
El cuerpo es parte de la manifestación material. El ser vivo, o el alma espiritual, cuando entra en contacto con la materia, empujado por los placeres ilusorios que experimenta, se reencarna de cuerpo en cuerpo, esto es lo que llamamos existencia material. Este contacto del ser con la manifestación material no puede describirse ni como asimilación ni como separación. El alma espiritual es ciertamente la causa de este cuerpo material, como el sol es la causa de su luz, de la vista y de las formas de manifestación material. Este ejemplo del sol y de la manifestación material se presta perfectamente a ilustrar, a hacer entender, la naturaleza del contacto de los seres vivos con el universo material.