E incluso si crees que el nacimiento y la muerte se apoderan del alma sin cesar, no tienes motivos para lamentarte.
La muerte es segura para el que nace, y el nacimiento seguro para el que muere. Dado que debes cumplir con tu deber, no debes sentir lástima de ti mismo de esta manera.
Todas las cosas creadas son originalmente no manifiestas. Se manifiestan en su estado transitorio y, una vez disueltos, se encuentran no manifestados. ¿Cuál es el punto de estar triste por esto?
Algunos ven el alma y les resulta una maravilla asombrosa. Así también otros hablan de ello y otros oyen de ello. Sin embargo, hay quienes, incluso después de oírlo, no pueden entenderlo.
El que mora en el cuerpo es eterno, no puede morir. Para que no tengas que llorar por nadie».
Es el deseo de dominar la naturaleza material lo que sumerge al ser encarnado en ella.
Sólo a través de su deseo de dominar la naturaleza material el ser espiritual se ve inmerso en ella. Tal deseo no existe en el mundo espiritual, porque este último es puro.
En el universo de materia densa, cada uno lucha duramente por encontrar constantemente nuevas «presas» de placer para su cuerpo. Sepamos que el cuerpo es en realidad producto de los sentidos, que son los instrumentos puestos a disposición del alma encarnada para la satisfacción de sus deseos. El todo, el cuerpo y los «instrumentos de los sentidos», se ofrecen al alma encarnada por la naturaleza material de acuerdo con sus deseos y los actos que cometió en su vida anterior. Así, será bendecida o condenada por la naturaleza material, en diversas condiciones o «hábitats» correspondientes a los diversos cuerpos en los que esté encarnada, según sus deseos y sus acciones. Por lo tanto, es responsable de las alegrías y tristezas que le sobrevienen, pero una vez colocado en un cuerpo material particular, cae bajo el yugo de la naturaleza material, porque el cuerpo hecho de materia densa actúa de acuerdo con las leyes específicas de la materia, a las cuales el alma misma no tiene poder para cambiar nada. Si obtiene el cuerpo de un animal, por ejemplo, tendrá que actuar como tal. Esta es la ley de la naturaleza.
Pero cualesquiera que sean las circunstancias, el Señor Supremo, en Su forma de Alma Suprema ubicada en cada ser viviente, humano, animal y vegetal, siempre acompaña al alma espiritual que debe encarnar. Tal es la bondad del Señor.
Debido a que el alma está encarnada en un cuerpo de materia densa, de hecho está condicionada por la naturaleza material, de la cual recibe la influencia. Todo lo que la energía material conocida en su aspecto de naturaleza material le dicta al alma, ésta lo cumple, porque no es el alma la que actúa, sino su cuerpo de materia densa.