El camino hacia la liberación, hacia la verdadera libertad
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Cuando nos establecemos en nuestra identidad puramente espiritual, es decir, cuando actuamos de acuerdo con nuestro verdadero ser, como alma espiritual, y meditamos en el servicio amoroso absoluto ofrecido al Señor Krishna, entonces somos promovidos al reino espiritual, para vivir en compañía de Krishna.

En otras palabras, al pensar en Krishna y sus compañeros con plena conciencia de nuestra verdadera identidad espiritual, sabiendo que somos un alma espiritual, cumplimos los requisitos para entrar en el reino espiritual. Nadie puede contemplar o admirar las actividades del mundo espiritual sin estar establecido en la propia identidad espiritual pura.

Nadie más que el Señor Chaitanya Mahaprabhu, que no es otro que Krishna mismo, puede otorgar amor espiritual por Dios.

Aquel que conoce la naturaleza de la aparición, desaparición y acciones del Señor se libera inmediatamente. Cuando abandona su cuerpo material, nunca tiene que ponerse otro, porque regresa al mundo espiritual.

En nuestra galaxia, la Vía Láctea, la Tierra es el más privilegiado de todos los planetas.

El Señor dice: «Yo no envidio ni favorezco a nadie; soy imparcial con todos. Pero quien Me sirve con devoción vive en Mí. Es un amigo para Mí, como Yo soy su amigo».

En verdad, el servicio de amor y devoción ofrecido al Señor Krishna llena el alma pura con dos gracias principales: paz y plenitud.

El servicio devocional ofrecido al Señor llena al alma pura con dos gracias principales, paz y plenitud. Entonces disfruta de la compañía del Perfecto, Krishna, Dios, y experimenta paz y satisfacción perfectas.

Para alcanzar el amor a Dios, uno debe estar perfectamente libre de todas las demás aspiraciones. Alcanzamos el nivel de amor a Dios mediante el servicio devocional puro, aprendiendo a trabajar con amor por el objeto de nuestro amor, por Krishna, la Persona Suprema.

Quien alcanza el reino de Dios no volverá nunca más al universo material donde reinan el miedo, la ansiedad, el sufrimiento y la muerte. Sólo ascender hasta el punto de vivir en compañía del Señor constituye la más alta perfección de la existencia.

El Señor dice a este respecto: «Aquel que conozca el Absoluto de mi advenimiento y mis Hechos ya no tendrá que renacer en el universo material. Tras abandonar su cuerpo, entrará en mi reino eterno. Una vez que hayan llegado hasta mí, los seres santos imbuidos de devoción, estas nobles almas, habiéndose elevado así a la más alta perfección, no volverán nunca más a este».

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