Cuando me han alcanzado, los santos seres imbuidos de devoción, estas nobles almas, habiendo así ascendido a la más alta perfección, nunca más regresan a este mundo efímero donde reina el sufrimiento.
Soy igual a todos. Nadie es mi enemigo, nadie es mi amigo.
Todos siguen Mi camino de un modo u otro, y según se entregan a Mí, en proporción los recompenso.
Aquel que alcanza el nivel espiritual, al mismo tiempo se da cuenta del Ser Supremo, y encuentra en él una alegría infinita. Nunca se aflige, nunca aspira a nada. Se muestra igual a todos los seres. Este entonces consigue servirme con amor y devoción puros.
Estoy en el corazón de cada ser, y de Mí viene el recuerdo, el saber y el olvido. El Señor Supremo está de pie en el corazón de todos los seres y dirige sus errancias a todos, cada uno de ellos como en una máquina (el cuerpo material) constituida por la energía material.
Aquel que es plenamente consciente de Mí alcanza el cese del sufrimiento material, porque sabe que Yo soy el último beneficiario de todos los sacrificios y todas las austeridades, el Soberano de todas las estrellas y de todos los seres celestiales, así como el amigo y benefactor de todos los seres vivos.
Tienes derecho a cumplir los deberes que te corresponden, pero no a gozar del fruto de tus actos. (Cada uno de acuerdo a nuestra posición debemos cumplir con nuestros deberes, pero debemos dejar solo a Krishna para que decida enteramente el resultado de nuestras acciones)
Hagas lo que hagas, comas lo que comas, sacrifiques y prodigues, las austeridades que practiques, sea para ofrecérmela. Así te librarás de las consecuencias de tus actos, todos los cuales son virtuosos y culpables. Por este principio de renuncia, serás liberado y vendrás a Mí.
Quiero ver felices a todos los seres de este mundo.
La más alta perfección espiritual.
La perfección más alta que puede alcanzar el ser humano es pensar constantemente en Kṛiṣhṇa, Dios, la Persona Suprema, recordar al Señor durante y al final de su vida, ser consciente de Él, pero sobre todo amarlo.
El mundo espiritual donde reside Dios es completo, sin ningún rastro de imperfección, todo conocimiento, bienaventuranza, eternidad, paz, y libre de la influencia del tiempo. Todo es pura virtud. Ningún ser impuro e imperfecto puede entrar en ella. Solo aquellos que aman a Kṛiṣhṇa, Dios, la Persona Suprema, que le obedecen y le sirven con amor y devoción pueden tener acceso a él.