Pero al ser todos chispas, partes integrantes y componentes de la energía espiritual marginal de Dios, todos estamos unidos los unos y los otros, los unos con los otros y de ese modo no podemos estar separados en ningún caso. Así estamos unidos a Dios y unidos a él a través de un vínculo de amor eterno.
Al componer todos juntos la energía espiritual marginal de Dios, somos de naturaleza femenina y UNA, siendo Dios el único «VARÓN».
Aquel que puede cultivar el conocimiento absoluto cumpliendo sus deberes materiales es el único que puede escapar de los ciclos de muertes y nacimientos repetidos. Solo él puede gozar de las bendiciones que proporciona la inmortalidad.
No intente vencer las leyes de la naturaleza sin Dios, nunca lo conseguirá. El único camino de la inmortalidad es volver al Padre Eterno como hacen todos los que sirven al Señor Supremo con amor y devoción y como deberían hacer todos los seres humanos.
En verdad, el cuerpo material, efímera masa de elementos inertes, no es más que una envoltura. Tras la destrucción del cuerpo al morir, la entidad espiritual sobrevive, se reencarna en otro cuerpo y no pierde nunca su identidad espiritual.
En ese mundo, la naturaleza material nos obliga a pasar de un cuerpo a otro según nuestros deseos materiales. Cada uno de los seres, del microbio al ser celestial, posee un cuerpo conforme a sus deseos. Ya sea que viva en un cuerpo de cerdo o de ángel, el alma es siempre la misma.
Todo está bajo la dirección del Padre Eterno, la Persona Suprema.
Él es el Alma Suprema o Espíritu Santo, sito en el corazón de cada uno y destruye todos los obstáculos que dificultan la marcha de su servidor o de su servidora hacia la realización espiritual. El solo hecho de escuchar y cantar las glorias del Señor basta para liberar al hombre de sus angustias. Poner solo sus servicios al servicio del Padre Eterno, la Persona Suprema, esa es la perfección de la existencia.
LA CIENCIA ESPIRITUAL PURA, CIENCIA DE DIOS DE LA CONSCIENCIA DE DIOS.
Desde tiempos inmemoriales se comunicaron estas enseñanzas al soberano de cada uno de los planetas del universo. Esta ciencia está especialmente orientada a proteger a los pueblos del mundo y los dirigentes de cada país deben estudiarla, deducir su profundo significado, si quieren gobernar con perfección el Estado y salvar a sus conciudadanos de la concupiscencia que los encadena a la materia. La misión primera del hombre es cultivar el conocimiento espiritual, recuperar su relación eterna con Dios, la Persona Suprema. En todos los planetas y en cada nación es misión de los dirigentes compartir ese saber, esa ciencia de la consciencia de Krishna con sus conciudadanos, ofreciéndoles educación y cultura, además de enseñarles la devoción para que todos tengan la oportunidad de vivir una existencia positiva y de sacarle el mayor partido a su forma humana.