La Ciencia Espiritual Pura
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a la realización espiritual mostrándonos la precariedad del cuerpo material. Se crea o no en la existencia del alma, no hay razón para lamentar la pérdida del cuerpo.

Dios nos revela el esplendor del alma.

El Señor dice: «Algunos ven el alma, y es para ellos una maravilla asombrosa; así también otros hablan de ella, y otros oyen hablar de ella. Pero hay algunos que, incluso después de oírlo, no pueden concebirlo».

Que el alma infinitesimal ocupe el cuerpo de un animal gigantesco o diminuto, o el de un gran árbol baniano o el de una brizna de hierba, así como los de los miles de millones de gérmenes contenidos en cada centímetro cúbico de espacio, es sin duda algo extraordinario.

El Señor añade: «El que está sentado en el cuerpo es eterno, nunca puede ser matado».

El Señor nos muestra que el alma es eterna y el cuerpo efímero. Así iluminados, sigamos cumpliendo con nuestro deber como seres humanos según la clase social a la que pertenecemos, sin dejarnos frenar por el temor a que un miembro de nuestra familia o conocido pueda morir. Del mismo modo, iluminados por el Señor, debemos aceptar que existe sin ninguna sombra de duda un alma separada del cuerpo material y negarnos a creer que los signos de la vida aparecen en una determinada etapa de la evolución de la materia, por una mera combinación de elementos químicos. Sin embargo, aunque el alma sea inmortal, no se debe fomentar la violencia, salvo en tiempos de guerra, cuando es realmente necesaria. Y cuando decimos «verdaderamente necesario», implica que se aplica con la sanción del Señor, no caprichosamente.

El elemento tiempo está en el origen de la aparición y desaparición del cuerpo material.

Puesto que es cierto que el cuerpo material será aniquilado y la duración de nuestra existencia no está asegurada, no debemos alabar la muerte ni la vida. Más bien hay que observar el tiempo eterno, dentro del cual los seres vivos se manifiestan y luego desaparecen. Desde tiempos inmemoriales, los seres vivos del universo material han tratado de resolver el problema del nacimiento y la muerte. Algunos se centran en la muerte, insistiendo en la naturaleza ilusoria de todo lo material, mientras que otros se vuelcan en la vida, esforzándose por perpetuarla y disfrutarla al máximo. Pero ambas actitudes son mantenidas por individuos deshonestos y poco inteligentes. Es conveniente ser consciente de la eternidad del elemento tiempo, que es la causa de la aparición y desaparición del cuerpo material, y ver cómo los seres vivos son prisioneros de este elemento. Debemos observar las actividades del tiempo eterno, que es la causa del nacimiento y la muerte. Es porque está bajo el dominio del tiempo que el ser vivo nace y muere, vida tras vida. Este elemento del tiempo es la

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