Cambiar de cuerpo reflejos de maya (naturaleza material)
La luna brilla en el cielo, única e imperturbable, pero cuando se refleja en el agua o en una mancha de petróleo, parece adquirir diversas formas debido a las oscilaciones del líquido provocadas por el viento. Igualmente, el alma es la eterna servidora de Krishna, Dios, la Persona Suprema, pero cuando entra en contacto con los gunas (los atributos de la naturaleza material) se encarna en diferentes cuerpos, a veces en cuerpos de devas (habitantes de los planetas edénicos o seres virtuosos), otras en cuerpos de hombres, perros, árboles y así sucesivamente. Bajo la influencia de maya, la energía ilusoria del Señor Supremo, el ser vivo se identifica a una u otra persona, creyéndose americano, indio, gato, perro, árbol… o cualquier otra cosa. Eso es lo que llamamos maya. Cuando nos liberamos de esa confusión y comprendemos que el alma no pertenece a ninguna forma de este mundo material, habremos llegado al nivel espiritual. En cuanto el ser vivo recubre su forma espiritual y su comprensión original, se abandona enseguida a la forma suprema, la de Dios, la Persona Soberana. (Srimad-Bhagavatam, 10. 1.43)
Igual que el aire lleva los olores en este mundo, el ser vivo lleva consigo las diversas materias de las que está compuesta la vida de un cuerpo a otro.
El ser vivo se denomina aquí maestro de su propio cuerpo. En efecto, según sus deseos, puede reencarnarse en un cuerpo evolucionado o pasar a un cuerpo inferior. Goza de cierta independencia por muy ínfima que esta sea y a través de ella se hace responsable del cuerpo que llevará en su propia vida. A la hora de la muerte, el estado de consciencia que se ha forjado a lo largo de su vida determinará su próximo estado corporal. Si se ha creado una consciencia similar a la de los perros o los gatos, el ser renacerá sin duda en un cuerpo de perro o de gato; si su consciencia muestra virtud, tomará el cuerpo de un ángel. Y si se establece en la consciencia de Krishna, se le llevará a Krishnaloka, en el mundo espiritual, para vivir allí junto a Krishna. Es un error creer que después de la muerte no hay nada. El alma distinta pasa de un cuerpo a otro y su siguiente cuerpo reposa en su cuerpo y sus actos presentes. Según la ley del karma, adquiere un nuevo cuerpo del que se tendrá que desprender en un momento dado. En nuestro versículo, se ve que el cuerpo sutil o cuerpo etéreo que transporta el concepto del siguiente cuerpo, en la siguiente vida se envuelve en ese mismo cuerpo. A este paso de un cuerpo a otro y al combate que tiene que librar el alma se le llama «lucha por la existencia».
¿Qué tiene de malo matar animales?
La ahimsa o no violencia consiste en no interrumpir la evolución de ningún ser vivo. No pensemos que, puesto que la chispa espiritual nunca se apaga y sobrevive al cuerpo, no hay ningún mal en abatir a los animales para satisfacer los sentidos. Aunque está bien provisto de cereales, fruta y leche, el hombre se da al consumo de carne animal. No es necesario matar animales. Al pasar de una especie a otra, ellos también siguen una determinada evolución y progresan. El progreso de un animal abatido se frena. En efecto, antes de elevarse a la especie animal superior, tendrá