y en polvo te convertirás». En algunas sociedades, la costumbre hace que se queme el cadáver, en otras, se le entierra; en otras más, se da de comer a los animales. En India, los hindúes incineran el cuerpo, transformándolo así en cenizas. La ceniza es solo otro aspecto de la tierra. Los cristianos entierran el cuerpo, después de un tiempo, este se transforma en polvo a fin de cuentas; como la ceniza, este último no es más que otro aspecto de la tierra. Existen también otras sociedades – como los Parsis de la India – que no entierran ni incineran los cadáveres, sino que los dan como pasto a los buitres; estos van enseguida a comerse los cuerpos que acabarán transformados en excrementos. Así, pase lo que pase, ese cuerpo maravilloso que enjabonamos y que cuidamos tanto, se verá un día u otro transformado en excrementos, cenizas, polvo… A la hora de la muerte, los elementos más sutiles (la mente, la inteligencia y el ego) que, cuando se juntan, llevan el nombre de «consciencia», transportan el alma espiritual infinitesimal en otro cuerpo para que ahí pueda conocer placeres o sufrimientos dependiendo de sus actividades anteriores.
Cambiar de sexo sin cirugía
Nuestros pensamientos en el momento de la muerte determinan nuestro futuro nacimiento. El hombre que está demasiado apegado a su mujer pensará naturalmente en ella en el último instante, de manera que él renacerá en un cuerpo de mujer. Del mismo modo, si una mujer piensa en su marido en la hora de su muerte, vivirá naturalmente su próxima vida en un cuerpo de hombre.
Como enseña la Bhagavad-gita, nunca debemos olvidar que los cuerpos materiales, no sutiles y sutiles, no son más que vestimentas que representan la camisa y el traje del alma. Así, el hecho de ser un hombre o una mujer solo está relacionado con la vestimenta corporal.
Coma y vida posterior
El ser vivo que se queda atascado en las actividades materiales se apegará de manera excesiva a su cuerpo material. Hasta el último momento, llevará sus pensamientos en su cuerpo y en los seres que están relacionados con él. Así, se queda plenamente absorbido en una conexión corporal de la existencia, aunque en el instante de la muerte le repugna abandonar su cuerpo. A veces, se ve que una persona a punto de morir permanece en estado de coma durante varios días antes de abandonar su envoltura carnal. Ese sería, por ejemplo, el caso de un ser vivo al que le encantaría ocupar un cuerpo de primer ministro o de presidente, pero que, al comprender que se va a reencarnar en un perro o un cerdo, se niega a abandonar su cuerpo. Es entonces cuando permanece en estado de coma durante varios días antes de morir.