La Ciencia Espiritual Pura
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Y el Señor añade también: «Has consagrado tu vida y tu cuerpo a servirme. Tu cuerpo no te pertenece y tú no tienes ningún derecho a suprimirlo. Tengo muchos servicios que cumplir a través de ti».

Por tanto, una vez más, la reprobación del Señor Supremo y de las Escrituras reveladas frente al suicidio parece evidente y, así, la persona que se suicida corre grandes riesgos: el de estar privado de cuerpo material no sutil durante algún tiempo y tener que errar desamparado en el cuerpo de un fantasma o cuerpo etéreo.

La situación del fantasma es especialmente triste y dolorosa porque aunque experimente miles de deseos, el alma desencarnada ya no puede satisfacerlos a través de un cuerpo carnal. Por eso, y esto es bien sabido, los fantasmas gimen y se lamentan. El famoso grito del fantasma «uuuuuuh…», que con frecuencia se atribuye a la voluntad del fantasma de asustar a los «vivos», en realidad es más un gemido, una queja. Ese gemido no procede, pues, de la fértil imaginación de un novelista, de un narrador o de un dibujante de cómics, sino que es definitivamente real. Se trata la expresión del sufrimiento que puede sentir un alma privada de envoltura carnal y que traduce bien la expresión popular «errar como un alma en pena».

El riesgo de convertirse en fantasma no se limita al suicidio sino también a cualquier muerte violenta y repentina como un asesinato, pero también debido a un incendio, ahogamiento, accidente, etc.

Sin espiritualidad la sociedad es suicida.

Cuando se hace referencia al suicidio, se trata del suicidio del cuerpo, pero existe otra forma de suicidio. Ese suicidio es espiritual. En la era de Kali, la era en que vivimos, predomina la ignorancia y el ateísmo (una manifestación de la ignorancia) y a menudo se ignora la existencia del alma espiritual. Y, aunque se conoce su existencia, se la considera de forma muy abstracta y superficial como vestigio de una creencia religiosa pasada. Así, la mayoría de los representantes de la intelligentsia de las sociedades modernas, filósofos, profesores, escritores y enseñantes ignoran o niegan firmemente su existencia, y, debido a esto, el saber que transmiten es incompleto y genera insatisfacción.

Estos no reconocen en las Escrituras reveladas, como las Escrituras védicas, un medio infalible de adquirir conocimiento y, sin embargo, en la Bhagavad-gita, Krishna revela la naturaleza real del hombre y de los seres vivos. Su naturaleza es espiritual y no material. Posee un alma o, más concretamente, es un alma y esta se encarna en un cuerpo material. El suicidio espiritual es terrible porque obliga a la entidad espiritual o alma espiritual a sufrir en un cuerpo demoníaco durante numerosas existencias.

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