maestro es Krishna o Visnu y todos los demás son Sus servidores que obedecen, que solo siguen exactamente sus órdenes. Los que consagran su culto a los devas alcanzan los planetas de los devas, mientras que los que adoran a Krishna y Visnu llegan a los planetas Vaikunthas.
Los planetas son seres vivos.
También es interesante señalar que a las divinidades maestras, incluso de los planetas más grandes, se les ha ofrecido sus importantes puestos por los notables actos de virtud que han realizado a lo largo de sus vidas pasadas. La Luna, por ejemplo, tal y como ya la hemos visto, se denomina jiva, lo que significa que se trata de un ser vivo como nosotros. Pero gracias a sus actos de virtud, a este último se le ha atribuido la función del deva de la Luna. Además, todos los devas son seres vivos a los que se les ha confiado la dirección de diferentes planetas como la Tierra, Venus, etc., debido a sus excepcionales servicios y a sus ejemplares actos de virtud. Solo el deva-maestro del Sol, Surya-Narayana, es una manifestación de Dios, la Persona Suprema. En cuanto a Maharaja Dhruva, el deva-maestro de Dhruvaloka, es también un ser distinto. Así, existen dos tipos de seres vivos. El Ser Supremo y los seres distintos ordinarios. Todos los devas se emplean en servir al Señor y solo en tal caso el universo continúa funcionando.
Solo la práctica del servicio de devoción permite conocer todo lo que concierne al Señor Supremo.
Si alguien es lo bastante afortunado como para asir así al Señor, ya no tendrá que renacer en este mundo después de haber dejado su envoltura carnal. Entonces vuelve a Dios, en su morada original. Esa es la última perfección. Por eso dice Krishna:
«Cuando llegan a Mí, los yogis rebosantes de devoción, esas nobles almas, al haberse elevado de ese forma a la perfección suprema, ya nunca vuelven a este mundo efímero lleno de sufrimiento».
El ser encarnado debido a las consecuencias de sus actos pasados erra por todos los universos; vida tras vida, es ubicado en cuerpos variados en diversas especies a través de diferentes padres.
El ser vivo no ve la luz gracias a un padre o una madre. Este ser tiene una identidad totalmente distinta de sus pretendidos padres. Es por las leyes de la naturaleza por las que está obligado a entrar en la semilla de un padre para ser introducido después en la matriz de una madre. Este no tiene poder para elegir quién será su padre. Las leyes de la naturaleza lo obligan a ir hacia diferentes padres, igual que un producto de consumo que se compra y se revende. El supuesto vínculo de parentesco entre un padre y un hijo no existe más que por una disposición de la naturaleza, no tiene ningún significado real y por eso se le llama «ilusorio».