Así, para alguien cuya visión corresponde a una concepción de la existencia basada en el cuerpo material, los seres parecerán diferentes entre sí. En realidad, nadie es amigo ni enemigo de nadie. Cada uno por la ley del karma, la ley de acción-reacción o la ley de causa y efecto, se reencarna en diferentes cuerpos de materia densa. Pero en cuanto el ser humano toma conciencia de su verdadera identidad espiritual, ya no hace ninguna distinción según esta ley.
Un ser santo ya liberado, que es consciente de las verdades anteriores, no distingue entre los diversos cuerpos carnales. Considera a todos los seres vivos, humanos, animales y vegetales, como almas espirituales encarnadas en estos diversos cuerpos, y sabe que todos son servidores eternos del Señor. Esta es la visión que debe adoptar el ser humano.
En nuestro trato diario, debemos mantener relaciones amistosas con todos los seres en general, los humanos, los animales que son sensibles y sufren ante el dolor o la desgracia, y las plantas que no pueden defenderse de los criminales que quieren destruirlas.
Nuestra conducta debe ser tal que nadie se sienta inclinado a enfadarse y causar daño a las personas, las familias, las comunidades o la sociedad. Esto es amarse unos a otros con amor incondicional.
Hay, según los atributos y modos de influencia de la naturaleza material; la virtud, la pasión y la ignorancia, diferentes formas de comer.
Las únicas funciones de los alimentos son aumentar la longevidad, purificar la mente y dar salud y vigor al cuerpo.
El ser humano come de una manera particular, según la influencia de los atributos de la naturaleza material, que experimenta.
El Señor dice al respecto:
Los alimentos queridos por todos se dividen en tres órdenes, que corresponden a las tres gunas [los tres atributos y modos de influencia de la naturaleza material; virtud, pasión e ignorancia]. Te enseñaré lo que los distingue.
Los alimentos de la virtud purifican la existencia y prolongan su duración. Proporcionan fuerza, salud, alegría y satisfacción. Estos sustanciosos alimentos son dulces, jugosos, grasos y llenos de sabor.
Los alimentos demasiado amargos, agrios, salados, picantes, secos o picantes les gustan a los que están dominados por la pasión. Causan sufrimiento, infelicidad y enfermedad.
Y, para los hombres envueltos en la ignorancia, los alimentos cocinados más de tres horas antes de ser consumidos. Alimentos insípidos, faltos de frescura, con mal olor, descompuestos o sucios, o incluso restos de comida.