No maten, y no coman la carne de los animales
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En cuanto al vegetarianismo espiritual, las escrituras originales enseñan.

Los Vedas, las escrituras sagradas originales, contienen muchas referencias que condenan el consumo de carne animal y fomentan la compasión por los animales.

«El Libro de la Ley para la Humanidad» afirma: «No se puede conseguir carne sin herir a un ser vivo (un animal terrestre o acuático), lo que nos impedirá alcanzar la dicha celestial. Por lo tanto, evitemos comer carne.»

Otro pasaje del mismo libro nos advierte: «Habiendo considerado cuidadosamente el repugnante origen de la carne y la crueldad del cautiverio y la matanza de seres vivos, abstengámonos por completo de comer carne.»

Dios nos pide que protejamos a los animales y las plantas, incluidos los árboles.

Así como Dios nos pide que no hagamos daño a los seres humanos de cualquier tipo, también nos pide que no hagamos daño a los animales terrestres y acuáticos, a las plantas y, por supuesto, a los árboles y a las flores. Todas las zonas donde se cultivan árboles por sus frutos y flores son útiles para los seres humanos, pero también para los animales de todas las especies.

Las frutas y las flores son muy apreciadas por Dios, la Persona Suprema. Si uno desea complacer al Señor, puede simplemente ofrecerle algunas flores, frutas, hojas de tulasi, agua con amor, y Él estará feliz de aceptar estas nobles y hermosas ofrendas. Nuestro único deber es satisfacer a Dios, la Persona Suprema. Hagamos lo que hagamos y sea cual sea nuestra actividad y ocupación, nuestro primer objetivo debe ser satisfacer a Krishna, el Señor Supremo.

Desgraciadamente, hoy en día, los malhechores demoníacos, los incrédulos ateos malvados, masacran en todo el mundo a los animales terrestres y acuáticos por el único placer de sus papilas gustativas, y destruyen los parterres de flores así como los árboles con hachas, sierras mecánicas o por medio del fuego, pereciendo así al mismo tiempo un número considerable de seres vivos voladores, rastreros, mamíferos, invertebrados, etc., que los rodean, por el único placer de aumentar su superficie de cultivo o de cría. Otras personas, igualmente malvadas, talan árboles importantes que producen flores, frutos, bayas, por el único placer de aumentar sus tierras.

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