Adoptemos el vegetarianismo espiritual.
El vegetarianismo espiritual consiste en comer alimentos vegetales después de ofrecerlos al Señor. Si adoptamos este modo de sacrificio de purificar nuestra comida ofreciéndola a Dios antes de comerla, el Señor Supremo nos protegerá de cualquier karma resultante de la destrucción de las plantas. De lo contrario, según la ley del karma, seremos considerados personalmente responsables de tal acto y tendremos que sufrir las consecuencias.
Los seres virtuosos, siervos de Dios, que aplican naturalmente las directivas del Señor Supremo, están libres de todas las faltas, porque comen sólo alimentos ofrecidos en sacrificio a Dios.
Pero aquellos que preparan la comida (carne, pescado, huevos) para su propio placer sensorial están, en verdad, alimentándose sólo del pecado.
Los seres humanos reciben granos, frutas, verduras y leche por la gracia del Señor Supremo. Alimentarse con alimentos santificados de esta manera nos protege del karma, promueve nuestro progreso espiritual y nos permite vivir en santidad.
Podemos santificar nuestra comida ofreciéndola como un sacrificio a Dios, diciendo:
Permíteme, Señor, ofrecerte mi reverente homenaje. Permíteme Señor ofrecer esta comida, esta humilde ofrenda.
Haré Krishna, haré Krishna, Krishna Krishna, haré haré /
Haré Rama, haré Rama, Rama Rama, haré haré.
Este canto en sánscrito significa: «Oh Señor, oh fuente de toda felicidad, por favor hazme tu amado servidor.»
No bebamos ni comamos nada sin ofrecerlo primero a Krishna, Dios, la Persona Suprema. Ofrezcamos también a Él todas nuestras acciones, nuestra jornada, nuestra existencia, en definitiva todo lo que hacemos y poseemos, para que vivamos constantemente en la pureza.
Obedezcamos a Dios, hagamos sólo su voluntad y apliquemos sus leyes y mandamientos. Pero si queremos vivir en santidad, apliquemos al pie de la letra los principios reguladores del Señor Supremo, que son los siguientes:
No comerás carne, pescado ni huevos.
No tendrás relaciones sexuales fuera del matrimonio.
No tomarás ninguna droga, ni ninguna sustancia excitante o embriagadora, como el alcohol, los cigarrillos, el café y el té.
No debes apostar.