El acto de caridad más hermoso consiste en ofrecer el conocimiento de Dios tal como realmente es, la conciencia y el amor de Dios, a todos los seres humanos sin excepción, para que puedan poner al Señor en sus corazones, recibir el verdadero evangelio y convertirse en seres de amor.
El amor a Dios es el factor principal del que brota el amor al prójimo. Al amar a Dios por encima de todo, también amamos naturalmente a nuestro prójimo y, a través de él, a todos los seres humanos sin excepción: blancos, negros, amarillos, rojos, mestizos, todos los animales terrestres y acuáticos, y todas las plantas, desde la brizna de hierba hasta los árboles más altos.
Ayudar a otros a amar a Dios es amar al prójimo con amor incondicional, y ser ayudado por otros a amar a Dios es ser verdaderamente amado. Estos son los cimientos del amor. Entonces, bajo la autoridad del Señor, la paz y la armonía reinarán de nuevo en la tierra.
¿Por qué debemos controlar nuestra mente, pero también nuestros pensamientos, palabras y acciones?
Esto es lo que les sucede a quienes van a reencarnar.
Cada uno de nosotros es, en verdad, un alma espiritual o un ser espiritual, y no el cuerpo material denso en el que residimos y con el que nos identificamos erróneamente. Podemos comprobarlo mediante nuestra conciencia, que es en realidad la energía del alma, su manifestación, que, extendiéndose por todo el cuerpo, lo controla y, mediante la fuerza vital del alma, le da vida. La conciencia es prueba de la presencia del alma en el cuerpo.
En realidad, la muerte es solo el fin de la vida del cuerpo material, que se descompondrá y cuyos diversos elementos regresarán a los diferentes sectores de la naturaleza material de los que provienen. El cuerpo es, en realidad, una masa inerte de elementos materiales. El alma, que es inmortal, continúa su existencia y reencarna según la ley del karma y la naturaleza de sus acciones. Por lo tanto, tiene una experiencia separada del cuerpo material. En realidad, el alma está prisionera en un cuerpo etéreo, encerrada a su vez en un cuerpo material. Así, durante la reencarnación, es el cuerpo etéreo el que transporta al alma a su nuevo cuerpo, que una nueva madre le dará en su vientre. Los seres celestiales, asistentes de Dios en este proceso, asumen esta maravillosa tarea.
El Señor Supremo, Krishna, dice: En el momento de la muerte, el alma asume un nuevo cuerpo, tan naturalmente como pasó, en el cuerpo anterior, de la infancia a la juventud y luego a la vejez. Este cambio no perturba a quien es consciente de su naturaleza espiritual.
El proceso de reencarnación continúa hasta que el alma se libera de la existencia material. Y para liberarse de la existencia material, solo es necesario entregarse a Krishna, obedecerlo, cumplir su divina voluntad y servirlo con amor y devoción para siempre.


