La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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No matarás, esta es la orden que hemos recibido de Dios.

Con este mandamiento, Dios nos pide que no dañemos a ningún ser vivo: a todos los seres humanos sin excepción, a todos los animales terrestres y acuáticos, y a todas las plantas en su diversidad.

En verdad, todos los cuerpos humanos sin excepción, todas las formas corporales animales y vegetales, contienen un alma espiritual, que vivifica y anima el cuerpo en el que se encuentra. Cada uno de nosotros es un alma espiritual, y no es el interés del cuerpo lo que debemos buscar, sino el del alma, pues si el cuerpo es perecedero, el alma es eterna, inmortal. No hay razón ni justificación para quitar la vida a nadie.

Desde el principio de la creación, Dios nos pide que no matemos a nadie, ni humano ni animal, pero también nos pide que cuidemos de todos los animales terrestres y acuáticos sin excepción, y del mismo modo, que no destruyamos ninguna planta en ninguna de sus formas, incluidos los árboles, porque son el hogar de muchos seres vivos, y que los protejamos a todos.

No matemos, suframos ni comamos la carne de los animales, porque tienen alma. Los hombres aún ignoran que las leyes divinas prevalecen sobre las leyes humanas, y que sufren las consecuencias de sus actos culpables, según la ley del karma, la ley de acción-reacción, la ley de causa y efecto.

Está escrito en los Vedas, las escrituras originales: «Todos los animales que hemos matado y hecho sufrir innecesariamente, nos matarán uno tras otro en nuestra próxima vida, y en todas nuestras otras vidas».

Aquellos que matan animales, les causan sufrimiento innecesario y comen su carne, como es la práctica en los mataderos y las pesquerías industriales, serán asesinados de manera similar en su próxima vida y en muchas otras vidas por venir. No hay perdón para tal ofensa.

Aquellos que matan profesionalmente a miles de animales terrestres y acuáticos, como los sacrificadores de mataderos, los marineros pescadores y todos aquellos que matan peces y los hacen morir de asfixia para que la gente pueda comprar su carne y comerla, deben esperar ser asesinados de manera similar. en su próxima vida y en muchas otras vidas por venir.

Muchas personas sin escrúpulos llegan incluso a violar sus propios principios religiosos. Las sagradas Escrituras judeocristianas precisan claramente el mandamiento siguiente: «No matarás».

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