El Señor Krishna sanciona los actos de cada ser, así como Él les atribuye las consecuencias.
El Señor, en su forma original, también presente en el corazón de todos los seres como Alma Suprema, también se conoce como 'tiempo eterno'.
El tiempo eterno da testimonio de todas nuestras acciones, buenas o malas, y nos hace sufrir las consecuencias de cada uno de ellos. No tiene sentido sentir lástima por nuestra ignorancia acerca de las causas profundas de nuestras desgracias.
Podemos no recordar las fechorías cometidas en el pasado por las que sufrimos ahora, pero debemos recordar que la Alma Suprema llamada también el Espíritu Santo, es nuestro compañero de cada segundo, porque él sabe todo de nuestro pasado, de nuestro presente y de nuestro futuro. Y debido a que esta emanación parcial del Señor Kṛiṣhṇa sanciona los actos de cada ser, Él les atribuye las consecuencias. Él es el Maestro Absoluto, por eso ninguna brizna de hierba puede moverse sin que Él haya sancionado su movimiento, y a través de este último, cada uno de nosotros.
Los seres espirituales en encarnación disponen, cada uno según sus méritos, de un cierto grado de libre albedrío, y es el mal uso del mismo lo que conduce al sufrimiento. Los santos, en cambio, hacen un uso correcto de su libertad, y por ello se les considera dignos hijos del Señor.
Los otros, los que hacen mal uso de su libertad, están por tanto expuestos a la acción del tiempo eterno, y como tales deben sufrir diversos males. Las alegrías y las penas del alma condicionada están todas predestinadas para él por el tiempo eterno. Así como la desgracia nos golpea sin que la hayamos deseado, la felicidad llega a su debido tiempo sin que tengamos que buscarla. La razón de esto es precisamente que nuestras alegrías y penas están todas predestinadas por el tiempo eterno.
En este sentido, el Señor no es amigo ni enemigo de nadie en este mundo. Cada uno disfruta o sufre en la vida según el destino que se ha fijado a través de sus relaciones con los demás. Cada uno busca dominar la naturaleza material, creando así su propio destino en el curso de sus esfuerzos por hacerlo, bajo la visión ordenadora del Señor Supremo.
El Señor Krishna está presente en todas partes, y conoce las actividades de cada uno de nosotros. Sin principio ni fin, Él es también conocido como el «Tiempo Eterno».
Nuestros cuerpos y nuestras condiciones de vida llevan las marcas de las fechorías que cometimos en nuestra vida anterior.
Cuando un cazador, un pecador o un sacrificador de matadero hacen sufrir a los animales, tendrán que dar cuenta de ello.
Al herir a un animal o a un ser humano y dejarlos medio muertos, el cazador, el pecador y el sacrificador de matadero los hacen sufrir. Cuando conscientemente los hacen sufrir innecesariamente matándolos sólo a medias, son culpables de un pecado muy grave. Por lo tanto, ellos también tendrán que sufrir del mismo modo en represalia. Esta es la ley del karma, la ley de acción-reacción, o la ley de causa y efecto.
Causar sufrimiento innecesario a otro ser vivo, ya sea humano, animal o vegetal, es ser castigado por las leyes divinas, las leyes de la naturaleza, con un sufrimiento equivalente. El cazador inculto y pecador puede decir que ignora las leyes divinas, pero aun así tendrá que sufrir las consecuencias de sus pecados. Qué decir entonces del hombre de hoy, que mata regularmente a muchos animales en los mataderos y en alta mar por los arrastreros para mantener su supuesta civilización y deleitar su paladar. No puede calcular el sufrimiento que le espera.