El éter penetra en el agua, el barro, las heces…, todo lo que existe, pero no se mezcla con nada. Asimismo, el alma, aunque situada en varios cuerpos, permanece, por su naturaleza etérea, independiente de estos cuerpos. Por lo tanto, es imposible ver con nuestros ojos materiales cómo el alma está en contacto con el cuerpo material y cómo se separa de él cuando éste perece. Ningún científico puede explicar estas cosas, estos secretos.
El Señor Supremo continúa: «Así como el sol solo ilumina toda la galaxia, así el alma espiritual sola ilumina todo el cuerpo con conciencia».
Así como el sol ilumina toda la galaxia con sus rayos, también lo hace el alma. En efecto, aunque situada en el corazón del cuerpo en que reside, el alma ilumina, por la conciencia que no es otra que su propia energía, todo el cuerpo. La conciencia es, pues, la prueba de la presencia del alma en el cuerpo.
Mientras el alma está presente en el cuerpo material, éste está enteramente impregnado de conciencia, pero tan pronto como deja el cuerpo, la conciencia desaparece con él. Cualquier hombre inteligente puede darse cuenta de eso.
La conciencia, por tanto, no es el resultado de ninguna combinación de elementos materiales, es el signo de la presencia de un alma en esta masa de materia densa. Aunque cualitativamente Uno con la conciencia suprema (Krishna), la conciencia del ser espiritual individual y distinto de Krishna no debe confundirse con la conciencia suprema, porque se extiende solo a un cuerpo, a diferencia de la de Krishna que se extiende a todos los cuerpos sin excepción.
El Alma Suprema, emanación plenaria parcial de Krishna, ubicada en todos los cuerpos materiales como amiga del ser encarnado, es consciente de todos los cuerpos. Esta es la distinción entre la conciencia individual y la conciencia suprema.
El Señor Supremo agrega: «Aquel que, a la luz del conocimiento, ve lo que distingue el cuerpo del poseedor del cuerpo, y también sabe dónde uno se libera de las garras de la naturaleza material, ese alcanza la meta final.»
El Supremo Señor Krishna nos enseña a saber distinguir entre el cuerpo material, el poseedor del cuerpo material y el Alma Suprema.
Todo hombre de fe debe primero buscar la compañía de seres calificados de quienes pueda escuchar acerca de Dios, y así ser iluminado. Quien acepta un maestro espiritual puede aprender a distinguir lo espiritual de lo material, lo cual es un trampolín hacia una realización más profunda. Da a su discípulo instrucciones que le permitirán liberarse de cualquier concepción material de la vida.
El cuerpo está hecho de materia. Podemos analizarlo, descomponerlo en sus veinticuatro elementos. Constituye la manifestación cruda, «grosera». La manifestación sutil, etérea, por su parte, se compone de factores mentales y psicológicos. Y la interacción de estos diversos factores forma los signos de vida. Pero por encima de todo eso está el alma individual, que es cada uno de nosotros, y luego el Alma Suprema, distintas entre sí. Todo el universo material se mueve por la conjunción del alma y los veinticuatro elementos materiales. Y aquel que puede ver que toda la manifestación material está formada por tal combinación, que también puede ver la posición del Alma Suprema, se vuelve apto para ser transferido al mundo espiritual.