La ciencia de Dios, o ciencia de la salvación
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El ser espiritual encarnado es un fragmento minúsculo, una partícula infinitesimal, una parte integral de la persona divina de Krishna, y su deber eterno es servir a Dios con amor y devoción. Cada uno de nosotros es, en verdad, un alma espiritual eterna.

Conocer esta verdad nos permite saber que sin la misericordia del Señor no podemos hacer nada, tampoco obtener nada, porque Krishna, Dios, la Persona Suprema, activa nuestros sentidos y nuestra mente, y como Él es la suprema vida eterna, Él también dio para tener vida eterna en nosotros. Sin Krishna no somos nada, porque somos almas fijas. Todo lo que hacemos, se lo debemos a Dios. Así, es porque Dios se mueve, ve, oye, huele, siente y toca primero, que gracias a Él nosotros también podemos, después.

Por eso debemos amarlo, obedecerlo, renovar el vínculo de amor que nos une a él, vincular nuestros deseos y nuestros intereses a los suyos, abandonarnos a él y complacernos en servirlo con amor y devoción, velando constantemente para hacer El feliz.

Poner al Señor en nuestra mente, empaparnos de la conciencia de Dios, razonar y actuar como entidad espiritual, colocarnos bajo la autoridad de Krishna, la Persona Suprema en su forma Personal, Primordial, Original, Infinita y Absoluta. , y amarse unos a otros traerá paz y armonía a la tierra.

Krishna, Dios, la Persona Suprema nos revela quién es Él:

Soy la Meta, el Apoyo, el Maestro, el Testigo, la Morada, el Refugio y el Amigo más querido. Soy creación y aniquilación, la Base de todas las cosas, el Lugar de Descanso y la Semilla eterna.

Controlo el calor, la lluvia y la sequía. Soy la Inmortalidad, así como la Muerte personificada. Tanto el ser como el no ser están en Mí.

Quien Me conoce no nacido, sin principio, el Soberano de todos los mundos, aquél, sin ilusión entre los hombres, se hace libre de todo pecado.

De todos los mundos, espirituales y materiales, Yo soy la Fuente, de Mí emana todo. Infinito es Mi esplendor. Soy el Alma Suprema, residiendo en el corazón de cada ser. De todo, soy el principio, el medio y el final.

Soy la Semilla de toda existencia: Nada móvil o inmóvil existe sin Mí. Mis glorias divinas no conocen límites.

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