Todo el proceso de la creación está destinado a despertar a las almas condicionadas previamente dormidas a la existencia real de la conciencia espiritual, para que puedan llegar a ser tan perfectas como las almas eternamente liberadas que viven en el mundo espiritual.

Puesto que el Señor es todo conocimiento, dicha y eternidad, a Él le gusta ver que todas las entidades que emanan de Sus diversos poderes comparten el sentimiento sublime de la dicha espiritual, pues participar en la danza eterna de amor del Señor es la perfección más elevada de la existencia, toda la dicha espiritual y el conocimiento eterno.

El Señor dice: Realmente no hay nada que exista aparte de Mí, eso es lo que debes entender claramente.

Nada está separado de Mi Persona. Toda la manifestación cósmica descansa en Mí, no está separada de Mi Persona. Antes de la creación, yo ya existía.

Dios, la Persona Suprema, tiene múltiples poderes. Por lo tanto, cuando Él desea, puede utilizar cualquiera de ellos y así crea esta manifestación cósmica, y luego, cuando la creación material es aniquilada, descansa de nuevo en Él. Sin embargo, Él sigue siendo el Testigo Supremo e infalible.

Inmutable en todas las circunstancias, el Señor actúa sólo como Testigo y está más allá de la creación y la aniquilación.

El Testigo Divino reside en el corazón de todos los seres, y desde allí ve todo lo que hacen y oye todo lo que dicen, nada se le oculta.

Krishna, Dios, la Persona Suprema, el Señor Soberano, se encuentra en el corazón de todos los seres vivos, seres celestiales, seres humanos, animales y plantas, y dirige las andanzas de todos ellos, estando cada uno de ellos como en una máquina (el cuerpo), que consiste en energía material.

El Alma Suprema es el originador de la conciencia y es testigo de cada actividad del alma separada. El Alma Suprema da a cada uno la oportunidad de actuar libremente y luego se convierte en el Testigo de todas sus acciones. Lo sabe todo sobre los pensamientos, las palabras y las acciones del alma separada.

Krishna, el Alma Suprema, situada en el corazón de cada ser otorga a todos los frutos de sus actos interesados, que llamamos «karma». ¿Cómo podemos sufrir nuestro karma, si nadie es testigo de nuestras acciones?

Por eso podemos escapar a la justicia de los hombres ocultando la verdad sobre el alcance real de nuestras acciones, palabras y pensamientos, pero nos será imposible escapar a la justicia divina, pues el Señor lo sabe todo sobre nosotros.