Ambos pájaros viven en el mismo árbol (en el mismo cuerpo), pero sólo el que prueba sus frutos se hunde en la tristeza y la angustia. Debido a su olvido del vínculo con el Alma Suprema, el alma infinitesimal, distinta de Dios, tiene que volar de un árbol a otro, y así de un cuerpo material a otro. El ser espiritual, encaramado en el árbol del cuerpo, entabla una dura lucha. Pero si, por casualidad, se vuelve hacia el Señor, su Amigo, y llega a conocer sus glorias, deja de sufrir y escapa a toda angustia. Entonces escapará de todo peligro y dejará de sufrir en cuanto reconozca al Maestro Espiritual Supremo en el otro.
Esto es lo que hace el alma espiritual cuando se entrega voluntariamente al Señor y le pide que la ilumine.
El pájaro «comensal», el ser espiritual, que se dirige voluntariamente al pájaro Testigo, Krishna, su eterno Amigo, y se deja guiar, penetra en la sabiduría que proviene de la palabra divina del Señor. Escuchando estas maravillosas y sublimes palabras, conocerá las glorias del Señor y verá desaparecer sus penas.
El Testigo Divino lo sabe todo sobre nosotros.
El Señor dice: No debes envidiar a ningún ser vivo, ni en movimiento ni quieto. Sabiendo que estoy en ellos, debes mostrar en todo momento respeto a todos. Al hacerlo, me estarás ofreciendo respeto.
El Señor añade: Yo estoy en el corazón de cada ser, y de Mí provienen el recuerdo, el conocimiento y el olvido.
En el origen de todas las cosas, sólo existía Krishna, el Testigo Supremo.
El Señor Krishna, Dios, la Persona Soberana, es el Testigo Supremo, pues sólo por Su poderosa mirada se activa la energía material para que se manifieste el cosmos material. En el origen de todas las cosas, sólo existía el «Testigo Supremo», pero no la energía externa o energía material, en la que se fija el Señor.
En realidad, el Señor quiso crear la manifestación cósmica para dar a las almas condicionadas, que hasta entonces habían estado durmiendo en el olvido, una nueva oportunidad de redimirse. La manifestación cósmica da a las almas condicionadas la oportunidad de regresar a Dios, a su morada original, que es el propósito principal de la existencia.
El Señor es tan bueno que en ausencia de esta manifestación siente una carencia, de ahí la creación. Aunque la existencia del poder interior ya se había manifestado, el otro poder del Señor parecía estar dormido, latente, y el Señor quería llamarlo de nuevo a la actividad. Así se revela la compasión del Señor por su energía adormecida.